lunes, 25 de junio de 2012

¿LOS ORBES QUÉ SON?

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El objeto de este ensayo es poner de manifiesto mi propuesta personal para desentrañar un fenómeno inexplicado como el de la existencia de ‘orbes’, esos curiosos fenómenos luminográficos que aparecen como extras en numerosas fotografías y grabaciones de video. Para los profanos en el tema, destacaré algunas características genéricas de este tipo de fenómeno anómalo. Posteriormente, pasaré a desarrollar dos hipótesis de trabajo que explicarían (aunque de manera excluyente) la particular naturaleza de este fenómeno.


INTRODUCCIÓN:

    He de matizar que creo profundamente en la naturaleza anormal de este fenómeno, y descarto cualquier tipo de explicación ‘ortodoxa’ en aquellos casos que son claros para mí. Lo hago así por su correlación innegable con otros tipos de anomalías con las que se relacionan de forma muy íntima y que durante estos años de estudio e investigación he logrado recomponer en un curioso puzzle. Para los escepticos y dogmáticos, solo declararles mi profundo respeto al igual que mi sólida postura en contrario. No han sido pocas las veces que un escéptico ha intentado explicarme, entre generosas sonrisas de condescendencia, la naturaleza ‘normal’ y nada sobrenatural de este curioso fenómeno.

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   Las alusiones a fallos fotográficos, granos de polen, insectos nocturnos, partículas de kleenex en el objetivo, glóbulos termales de la atmósfera, e incluso, sorpresivamente, la posibilidad de que fuera un lucero o el planeta Venus me dejaron como poco, estupefacto. Me resulta imposible imaginarme un insecto de forma esférica perfecta, un grano de polen del tamaño de una pelota de tenis o una partícula de polvo que se mueve ella sola por el objetivo.  Cabe añadir que he obviado tanto estas declaraciones presuntamente

reduccionistas  de algunos escépticos como las más extravagantes de personas que han optado por el lado contrario. Sin embargo, respeto todas y aplicando algo de benchmarking, he conseguido aprovechar algunos contenidos. Paso pues a exponer sin más dilación el primer item del tema.

1. La Forma Perfecta

    Entendemos como orbes, aquellos fenómenos luminográficos, invisibles al ojo humano en condiciones normales, que aparecen reseñados en soporte fotográfico y videográfico como pequeñas esferas, traslúcidas o transparentes, diferentes en tamaño, color y densidad y que, dejando a parte factores físicos naturales, no poseen una explicación natural. Pueden aparecer en soporte fotográfico y digital, aunque a simple vista son invisibles o indetectables. Tambien se han recogido imágenes de orbes en formato video (la mayoría de las veces con cámaras de video equipadas con night-shoot o fotomultiplicadores para visión nocturna). En definitiva, aparecen como delicadas ‘burbujas de jabón’ aunque con algunos aspectos característicos que después definiremos.

    Al parecer se conocen desde hace mucho tiempo y fenómenos similares han sido bautizados con llamativos nombres en muchas partes del mundo. Faery Lights, Hobbedy's Lantern, Corpse-Candle, Elf Fire, Jack-o-Lantern, Will-o'-the-Whisp, Bob-A-Longs, Night Whispers, Fire Faeries, Jenny Burnt-Tail , Hunky Punky, Teine Sith, Huckpoten, Irrbloss, Les Eclaireux, Candelas, Ruskaly, Fox Fire, son algunas de las denominaciones extranjeras para estos fenómenos similares. Los japoneses los llaman de forma muy gráfica "hito-dama", que significa algo así como  persona-globo.

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    Podemos afirmar que ordinariamente son formas móviles y que su movimiento puede parecernos, caprichoso y errático. Algunas veces poseen una trayectoria puramente balística, dejando un curioso reguero en la fotografía debido a su alta velocidad.  Otras veces, las series de  instantaneas muestran un movimiento pausado  tipo ‘mosca’, con trazados y circunvoluciones suaves y lentas.

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Su forma es perfectamente esférica, aunque el autor posee pruebas  fotográficas de orbes con formas más exóticas (cardioides, en forma de escudo, estrella o mórula, acampanados, etc). Desconocemos el motivo para que estas extrañas formaciones adopten una forma esférica pero algunos investigadores han teorizado lo siguiente; en el mundo natural la esfera es la forma más perfecta y de diseño más económico y en relación a los orbes la esfera sería la mejor manera de ‘contener’ de forma económica un paquete de energía.

      Ocasionalmente se agrupan en ‘clusters’ o aluviones, formando una imagen extremadamente densa de globulos esféricos, situados a diferentes distancias y alturas, y con colores y densidades tambien diferentes, y haciendo prácticamente imposible realizar un recuento numérico. Su tamaño estandar parece ser el equivalente a una pelota de ping-pong aunque tambien se han fotografiado orbes de dimensiones gigantes y otros de tamaño minúsculo. Su gradación en la coloración y en la traslucidez sugiere que efectivamente poseen diferentes densidades y que reflejan de forma distinta la radiación luminosa. No parecen tener luminosidad propia pero reflejan la luz del flash fotográfico y la radiación infrarroja. Este es un aspecto especialmente problemático, ya que si son capaces de ser iluminados por el flash de la cámara, tambien deberian ser detectados a simple vista. Aparcaremos este asunto para un desarrollo posterior.

    Su altura de vuelo parece ser extraordinariamente baja. Normalmente suelen flotar a una altura equivalente a un ser humano o incluso a ras del suelo. A pesar de disfrutar de unas propiedades físicas envidiables, su presunta ‘inteligencia’ les lleva a realizar complejas trayectorias de vuelo que podríamos señalar como ‘quasi-humanas’. Podemos encontrar fotografías de orbes subiendo escaleras cuando lo lógico sería realizar un vuelo con trayectoria más lineal y menos compleja por encima de los peldaños.

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    Parecen no interactuar con la materia tal y como nosotros lo entendemos aunque posteriormente veremos que esto admite un par de matices.

    Ya hemos comentado que poseen una forma esférica, similar a una burbuja de jabón, aunque destacan aspectos muy curiosos en su estructura. En algunas fotografías se aprecia la existencia de un ‘anillo’ que cicuncinda su perímetro, anillo que observándolo a gran detalle presenta una estrecha estructura de pequeños flecos o filamentos difuminados, muy similares a los producidos por una descarga electrostática. Dentro de la estructura esférica, a veces se situa tambien una forma parecida a un núcleo excéntrico, lo que le da la curiosa forma de un globo ocular. Su sútil estructura y la curiosa forma de presentación de su forma tridimensional nos hace recordar el modelo de célula viva vista al microscopio que todos hemos estudiado en el colegio. Los ejemplares más grandes y activos presentan varios anillos perimetrales concéntricos de finalidad desconocida, pero coherentes con la estructura general.

      En relación a su coloración podemos afirmar que el color más frecuente es el blanco y sus diferentes matices de intensidad. A mucha distancia aparece el rojo, rosado y amarillo, y muy poco frecuentes son los orbes de coloración azulada, púrpura o verde. Desconocemos si esta divergencia en la coloración obedece a algún parámetro propio de su naturaleza o bien se trata de un efecto específico de la óptica fotográfica que lo ha detectado.

2. Primera hipótesis: La emanación

    Podemos empezar diciendo que hasta ahora, las explicaciones dadas para solventar el origen de estas curiosas esferas son, cuando menos, demasiado genéricas. Un grupo notable de los investigadores piensan que estos orbes son el cuerpo extenso de un alma desencarnada, es decir, un ente similar a un fantasma, en donde sobrevive la parte intelectiva de un ser difunto. Otros piensan por el contrario que se tratan de exóticos elementos relacionados con alguna actividad ufológica, algo así como cámaras de visión remota o sondas de exploración con tecnología que ni siquiera podríamos sospechar. Mis análisis me han llevado a plantear dos hipótesis alternativas.

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   A la primera la he denominado la ‘hipótesis de la emanación’. Según mi criterio, estos orbes serían la emanación de una energía puramente humana. Encontrariamos aquí la mítica energía mental que muchos han buscando desde hace siglos como ondas, radiaciones, radio mental, magnetismo animal, energía orgónica, chi, prana, mana o cualesquiera de los nombres equivalentes.  Para realizar esta afirmación me baso en los siguientes aspectos que he observado al analizar el comportamiento de estas esferas.

2.1   El Huevo de la Serpiente

a.  Los orbes aparecen fotografiados en escenarios vitales de alta carga emotiva. Puede ser un funeral, una fiesta de cumpleaños, el día de la Patria o una procesión religiosa. Según el notable investigador malagueño Antonio Guerrero, es evidente que existe una relacion directamente proporcional entre ciertos lugares y personas fotografiadas y sus correspondientes energias emocionales en juego.

b.  Aunque no siempre es así, la aparición de orbes parece estar supeditada proporcionalmente al número de personas que se hallen en el escenario y que se encuentren emocionalmente ‘sintonizadas’. Digamos que se produce un efecto de resonancia que hace aparecer un mayor número de orbes.

c.   Los orbes aparecen en algunos casos fotografiados en íntima cercanía con un agente. Pareciera que surgen o emanan directamente de esa persona en cuestión. Como curiosidad, anotar que en fotografias de orbes en donde el agente era un bebé o un niño, el tamaño del orbe era especialmente reducido en proporción a otros presentes en el mismo escenario fotográfico. Esto nos podría llevar a pensar de forma simplista que personas adultas emanan orbes grandes y niños pequeños emanan orbes reducidos.

d.  El autor posee pruebas fotográficas, de naturaleza especialmente sensible, en donde se muestra una notable actividad de orbes en situaciones de actos sexuales explícitos. He de aclarar que estas fuentes documentales no son las normalmente proporcionadas por empresas o publicaciones profesionales relacionadas con el sector del erotismo, sino fotografias amateur realizadas por personas de la calle, que inmortalizan fotográficamente sus momentos íntimos para darles difusión a través de determinados medios. Este punto es especialmente importante, ya que las fotografias de similar naturaleza ofrecidas por profesionales normalmente no poseen imágenes de orbes, al ser  desechadas como fallos en la película fotográfica, reflejos indeseables, etc. Lo importante de este asunto es que he comprobado que una actividad sexual intensa es capaz de generar orbes. Esto significaría que una pulsión primaria tan poderosa como es el deseo sexual sería un desencadenante claro para la aparición de orbes que pueden ser fotografiados. Esto engarzaría con nuestra tésis de que los orbes son puras emanaciones del ser humano en determinados momentos de alta energía emocional. No podemos dejar de recordar, por tanto, una vieja tradición de la filosofía hindú que colocaba una potente fuente de energía psíquica a nivel de los organos sexuales (la famosa serpiente Kundalini) y que podía ser despertada mediante diferentes series de ejercicios y posiciones (Tantra). Volveremos a hablar sobre este interesante aspecto más adelante.

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e. Está claro que la hipótesis de la emanación solucionaría de manera cómoda muchos interrogantes sobre la presunta naturaleza ‘sobrenatural’ de los orbes, pero por desgracia tambien añade innumerables interrogantes. El primero de ellos es ¿cómo se produciría esa emanación?, y como consecuencia ¿cuál es la finalidad de esa emanación?. Intentaremos responder a las dos en los siguientes apartados.

2.2.  Demasiado ràpido, demasiado furioso

    Desde hace bastantes años se ha estimado que algunos fenómenos parapsicológicos (esencialmente PES) tienden a producirse durante las fases alfa de nuestro cerebro. Recordemos que nuestro cerebro, como un delicado instrumento de intercambio eléctrico, funciona a diferentes frecuencias medibles mediante un electroencefalograma o un SQUID (Dispositivo superconductor de interferencias cuanticas, un novedoso y sensible medidor de microcampos electromagnéticos aplicado al diagnóstico médico). Nuestro estado de vigilia normal, en donde nos encontramos mientras conducimos, firmamos un contrato o pelamos zanahorias para el almuerzo, se denomina ondas Beta y normalmente ostenta un rango de frecuencias entre 15-30 Hz. Las ondas Alfa (las más proclives a manifestar fenomenología paranormal) ostentan un rango más bajo, entre 8-14 Hz, y denotan un estado de relajación atenta o de concentración. Los estados Delta y Theta se hallan en los estadios de relajación profunda y sueño, y van desde los 3-7 Hz. Desde hace algún tiempo se ha hablado tambien de un estado Gamma con un rango global de unos 30 Hz y algunos investigadores han descubierto tambien un pico de actividad global sobre los 40-70 Hz relacionada con un posible bucle sincrónico de actividad córtico-talámica (Penrose, Ioannes, 1994). Numerosas experiencias PES sobre telepatía, clarividencia, EEC, etc, han sido registradas en sujetos dentro una actividad alfa. Sin embargo, es de reseñar que existen ciertos fenómenos inexplicables que se producen por encima de ese rango ‘mágico’ de ondas alfas. Situaciones de telepatía en fase crítica, apariciones de vivos tras un accidente, clarividencia viajera en escenarios traumáticos, etc, nos inducen a pensar que las ondas beta (o una actividad exacerbada de estas ondas, llamemosles superbeta) pueden ser capaces de producir tambien fenomenología paranormal. Hemos declarado anteriormente que según la hipótesis de la emanación, los orbes serían estructuras generadas por los seres humanos en situaciones de alta emotividad, lo que sugiere un estado muy exacerbado de ondas beta. Ya hablamos antes que una situación de actividad sexual intensa era un perfecto catalizador para generar orbes, y en ese escenario, el agente estaría en un estadio de ondas beta o superbeta, al igual que aquellos agentes situados en el funeral de un  familiar, en las maniobras de rescate de una catástrofe o en un ring de boxeo. A nivel físico, el agente presentaría notables variaciones en el state ordinario de su cuerpo con efectos claramente medibles, como segregación de adrenalina, hiperventilación, respuesta de lucha-huida, cortejo vegetativo (sudoración, piel de gallina, naúseas), stress psíquico, exacerbación muscular (en algunos casos extremos se podría hablar de un síndrome estudiado por la literatura médica y denominado sansonismo, donde podríamos poner como ejemplo clásico la madre que observa como su hijo queda bajo las ruedas de un automovil durante un atropello e inexplicablemente logra levantar las ruedas del vehiculo y extraer a su hijo de debajo con una fuerza e ímpetu desconocido e impropio en una situación ordinaria). En resúmen, podríamos proponer que los orbes son estructuras energéticas de índole desconocida pero que se generan por el ser humano en estadios superbeta como un efecto secundario a la actividad psíquica exacerbada del agente.

    Esta hipótesis tiene no obstante claras incongruencias. ¿Qué poderoso mecanismo podría poner en marcha nuestro organismo para que nuestro cerebro se comportara como un emisor de energía modulada?. ¿Podríamos pensar que bajo determinadas circunstancias ambientales y emocionales nuestro cerebro se comporta como un mecanismo superconductor capaz de generar orbes?. El investigador ruso Boris Iskatov ha formulado un modelo matemático basado en las transformaciones de Dirac y de Schroedinger donde prevee un posible campo de energia-información residiendo en un gas (agrupación caótica) global de microleptones, es decir, una estructura esférica con alto contenido de información coherente, con una mecánica cuántica desconocida hasta ahora, y que podría formar los ejes del estudio sobre la materia oscura. El trabajo del ruso Anatoly Ohatim ha confirmado experimentalmente la existencia de este supuesto gas de microleptones y sugiere que toda la información del mundo material está imbuida en este gas, incluyendo los pensamientos del ser humano.  Esta información existiría en forma de hologramas formando unas unidades mínimas denominadas ‘eidoses’.

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2.3. El Más Antiguo Idioma

    Finalmente, suponiendo que los orbes sean realmente emanaciones de exótica naturaleza del ser humano, resta establecer el fundamento teleológico, es decir, cual es el motivo u objetivo para este artificio. Si consideramos como ciertas las tesis antes expuestas, estariamos ante la emisión de determinada información coherente, en un formato energético que tal vez no sean capaz de reconocer nuestros sentidos convencionales, pero que muy bien pudiera ser una forma muy primaria de comunicación a nivel emocional. En definitiva, si la hipótesis de la emanación fuera cierta, supondríamos que los orbes son estructuras de información emocional que surgen del ser humano como un primitivo lenguaje fuera de nuestro equipamiento sensorial, actualizable tal vez por diferentes medios de PES (telepatía, percepción extrasensorial, etc). Un ser humano en una situación emocional exacerbada, podría generar este tipo de estructuras, similares a semáforos o señales indicativas de significado muy primario (miedo, emoción, tensión sexual, odio), para transmitir información a otro sujetos.

3. Segunda hipótesis: Coexistencia

    Como ya expusimos al principio de este ensayo, la segunda hipótesis con la que vamos a trabajar es excluyente de la primera. Lamento profundamente este estado de cosas pero es evidente que no podemos intentar meter una pieza redonda en un agujero cuadrado. El problema de los orbes presenta ciertas peculiaridades que hacen necesario crear otra estructura epistemológica, completamente diferente, si queremos darle una explicación racional a algunos de sus efectos y caracteristicas. Por esa razón, he diseñado la teoría de la Coexistencia. En este punto del camino, ruego al lector que quiera continuar que olvide temporalmente lo que ha leido hasta ahora.

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El afamado profesor Sinesio Darnell, que tambien se ocupó en su momento del estudio de ciertos fenómenos luminográficos, los denominó ECNI, acróstico de Entidades Coexistentes No Identificadas. Vamos a quedarnos con los primeros términos, Entidades y Coexistentes. El primero presupone que se trata de entes, sujetos individuales, y esta individualidad estaría gobernada por cierta inteligencia. Coexistentes nos presentaría a un fenómeno que existe en nuestro entorno de forma paralela pero del que no podemos actualizar nuestras percepciones por motivos que después discutiremos. Empecemos a analizar el primero.

3.1.  Ordenando el trastero

     Si releemos las teorías de otros investigadores que basan su planteamiento en una base trascendentalista, podemos observar una postura clara. Los orbes son el cuerpo extenso, material, semimaterial o energético, que representa al espíritu de una persona fallecida. Su presencia en determinados entornos cargados de fenomenología psíquica es innegable. El orbe sería el contenedor espiritual de una inteligencia completa, con sus emociones y su personalidad más o menos intactas. Esta concepción encaja como un guante con la idea japonesa de ‘hito-dama’, persona-globo. Su habitat sería el clásico para este tipo de manifestaciones. Casas o lugares con carga traumática, con antecedentes de disturbios psíquicos o con presunta fenomenología paranormal. Sus efectos en ese entorno serían tambien los clásicos, sensaciones extrañas de invasión, focos o soplos frios, sensaciones de tocamientos y movimientos de objetos. Todo el catálogo de efectos adscritos a un caso de poltergeist. Sobre este particular hemos de hacer un parón y marcha atrás; la fenomenología poltergeista era conceptualizada en el siglo pasado por los miembros de la S.P.R como la ‘Teoría de la Muchachita Traviesa’, exponiendo que se trataba de un efecto psicorrágico cuyo foco era normalmente una muchacha conflictiva en edad púber o con notables conflictos de tipo sexual (volvemos a la pulsión sexual como desencadenante…). Vemos aquí una actualización del concepto de ‘fantasma’ o de espíritu errante, dotándolo de una nueva forma material y finalmente descubriendolo como extra en una fotografía. Personalmente no me hallo en condiciones de afirmar taxativamente que los orbes sean los nuevos fantasmas postmodernos de nuestra era, ni siquiera que sean un elemento trascendental de una posible supervivencia del alma humana a la muerte, pero he de declarar, que efectivamente, poseen los suficientes rasgos definitorios para otorgarles un mínimo de identidad subjetiva. Pasemos a explicarlo.

a.  Los orbes se comportan aparentemente de manera inteligente. Podemos suponerles sin ningún problema un tipo de inteligencia primaria (similar a la de un animal) y es innegable su relación con otro tipo de fenomenos anómalos de significancia elevada (psicofonías, p. ej.).

b.  Los orbes presentan tendencias y patrones de comportamiento, es decir, realizan rutinas de actuación y actualizan sus reacciones conforme se varía su entorno. Suben escaleras, se sientan en sillones y reaccionan de forma coherente ante la presencia de un agente. Esto supone un mínimo de inteligencia y emocionalidad.

c.  Poseen un cierto instinto gregario y a veces se agrupan colectivamente en ‘clusters’ o mejor, tomando un ejemplo más afín a la biología académica, cardúmen de individuos (como los bancos de peces).

d.  Existe una clara variabilidad entre los individuos, con orbes más activos y dominantes y otros con un rol más secundario.

e.  Presentan una curiosidad innata por interactuar con todos los seres vivos, especialmente seres humanos y animales domésticos (tambien afines al entorno del ser humano). En este caso, podríamos hablar de cierto instinto doméstico. Y aquí me permitirá el lector retrotraernos de nuevo a fuentes históricas para reseñar la conocida creencia del pueblo romano (la más contrastada entre otras) sobre sus creencias en manes, lares y penates, es decir, entidades espirituales domésticas, usualmente familiares difuntos, que coexistian con los vivos en los hogares familiares y a los que se les rendía un culto privado de índole familiar.

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3.2. La Rayuela

    Hasta ahora hemos dado por supuesto que los orbes son el vehículo en donde se asienta una inteligencia anteriormente humana que ha pasado tras la muerte a otro estado de existencia. Aparentemente, nuestro instinto así nos lo dicta. Pero, ¿podemos estar seguros que esa inteligencia es efectivamente un resto humano intelectivo?. Hace 30 años el escritor de ciencia ficción y científico Arthur C. Clarke aventuró la posibilidad de existencia de unos organismos biológicos, habitantes de nuestra estratosfera, con forma de esfera (eso sí, de varios km de diamétro), de una naturaleza tan sutíl que les haría invisibles a nuestros sentidos. Una especie de medusas invisibles inteligentes. Es obvio que era una pura elucubración literaria de este autor pero nos sirve de trampolín para aventurar algo. Es posible que los orbes no sean fantasmas postmodernos tal y como nosostros entendemos el concepto, sino especies biológicas específicas, desconocidas todavía y de una naturaleza probablemente extraterrestre o interdimensional. Entiendo que esta es una propuesta muy arriesgada y posiblemente hayan empezado a aparecer ya ciertas sonrisas entre algunos lectores, pero el problema es que existen datos que avalarían (con poco presupuesto, lo reconozco) esta idea. He aquí un par de ellas.

a.  Los investigadores José y Karen Escamilla, de Nuevo México, llevan varios años realizando estudios sobre otro fenómeno anómalo de similar naturaleza a los orbes. Se denominan ‘rods’ (barrotes, en castellano), y aparecen como estructuras fusiformes, voladoras, con apariencia orgánica aunque muy similar a los orbes, y que se comportan como organismos vivos. Estos ‘rods’ presentan una imagen muy similar a un microorganismo tipo bacilo aunque a escala gigantesca (aproximadamente la longitud de un palo de escoba). Existe tambien una cierta variabilidad en cuanto a formas y comportamientos, distinguiendo el matrimonio Escamilla hasta tres tipos básicos de rods: los llamados ‘centípedos’ o ciempies, que presentan una serie de indentaciones aerodinámicas a lo largo de su estructura, similar a las aletas de una sepia; los rods blancos, que parecen ser el modelo básico y los ‘lanzas’ que son los más rápidos y estilizados. Así mismo, los rods, al igual que los orbes, se agrupan en clusters, con apariencia de trenes, con varios rods acoplados entre morro/cola para formar algo parecido a un convoy. Y lo que es más curioso (aunque me ha sido imposible contrastarlo), el matrimonio de investigadores asegura haber encontrado muestras físicas de rods muertos, carcasas o cascarones, de una naturaleza material desconocida.

b.  Existen fenómenos luminográficos paralelos a la aparición de orbes que denotan una interacción de tipo biológico con nuestro entorno. En EE.UU se denomina ‘mist’ o niebla ectoplásmica a una conformación vaporosa, tipo humo de cigarrillo, que aparece con cierta frecuencia en lugares frecuentados por orbes. Desconocemos su naturaleza y si realmente son fenómenos concomitantes, pero podriamos aventurar que se trata de un subproducto de los orbes. El investigador especializado Rafael Jordan aboga porque esta niebla o ‘mist’ sea el producto de la desintegración material de los orbes, o incluso, que sea la materia prima sobre la que los orbes podrían formarse y estructurarse.

3.3.  Limpiando los pinceles

    A final de esta exposición, nos quedan algunos puntos oscuros sobre el tema. En primer lugar, cual es la razón por la que los orbes, siendo detectados por cámaras fotográficas y videográficas, no pueden ser vistos a simple vista. En realidad, esto no es así. Existen testimonios de personas que los han observado nuda natura, es decir, a simple ojo. Tenemos en este caso un fenómeno denominado COTET ‘’ Visión por el rabillo del ojo’’ o visión periférica. Este fenómeno aparece en determinados sujetos que afirman haber realizado avistamientos de orbes a través de su visión periférica (la que nos permite p. ej.  ver la intensidad de una estrella lejana mirando al cielo indirectamente). El problema estriba en que los orbes, siendo cuerpos sensible al flash de un cámara fotográfica, no son observados directamente por el ojo humano. Se me ocurren dos hipótesis sobre este asunto. Primera, existiría una barrera psicológica en el ser humano que le hace imposible observar (o interpretar lo observado) un fenómeno como son los orbes. Una especie de efecto hipnótico ante determinados fenómenos objetivos que pueden ser fotografiados pero no observados in situ. Podríamos recordar aquí el famoso Velo de Isis de los ocultistas iniciados, esa especie de incapacidad profana para observar hechos y fenómenos de naturaleza sobrenatural y que solo después de algunos entrenamientos rituales seríamos capaces de rasgar.

   La siguiente opción que se me ocurre sería una puramente física. Los orbes son estructuras que coexisten entre dos dimensiones y por tanto, quedan fueran de nuestro aparataje sensorial. Algo parecido a intentar ver el vuelo de una bala de fusil disparada  a 4.000 km/h. En cualquier caso, es evidente que existe una incapacidad fisiológica del ser humano para detectar estos orbes, y solo aquellas personas con una sensibilidad especial son capaces de observarlos de modo natural.

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  Otro rasgo a estudiar sería la interacción de los orbes con nuestro entorno. Aparentemente gozan de una física especial que les permite maniobras de vuelo increibles, traspasar la materia, invisibilidad, etc. Sin embargo, el autor posee pruebas fotográficas de orbes reflejados en cristales, proyectando sombras sobre una pared o incluso, afectando a la vertical de la llama de una vela. Esto significa que interactuan de manera clásica con nuestro mundo material, aunque sus efectos quedan fuera de nuestra percepción por motivos que desconocemos.

4. Motivos de discusión

     Llegado a este punto del estudio, hay que plntear una discusión seria sobre el tema de los orbes. ¿Cuál es su naturaleza?, ¿Qué condiciones son las más favorables para que se generen?, ¿Qué identidad poseen y porqué no somos capaces de descubrirla?. Mi opinión final (aunque no la definitiva) es que se tratan de proyecciones muy sofisticadas de algo emanado por un ser humano. No creo que sean entes externos, sino simples semáforos emocionales de una naturaleza innata al ser humano pero olvidada. Queda en boca del lector rehacer mis hipótesis y formar así una nueva teoría que otorgue completa satisfacción al  problema de los orbes.


NOTAS SOBRE EL  AUTOR:

DALMIRO UBIÑA PEREZ  es Técnico de Sistemas en un hospital de Granada. Está especializado en el estudio analítico de fenómenos como psicofonías y TCI. Ha escrito algunos artículos sobre el tema para la web de Ignacio Carmona

LA ESPIRITUALIDAD MÁS EXPANDIDA ES EL AMOR EN VERDAD ILUMINADO CON VALORES APLICADOS.
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA

2 comentarios:

  1. Muy buen estudio, si me permites añadirte estos links que tratan del tema de la mano de unos contactistas realmente interesantes:

    http://www.nacioncosmica.com/fotografiar-seres-de-luz-esferas-luminosas-orbs.html

    http://www.nacioncosmica.com/esferas-luminosas-orbs.html

    Espero que estos artículos os gusten así como el resto de nuestra web.

    Un abrazo luminoso a tod@s...

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  2. Un estudio exelente..me ayudo a sacar algunas conculsiones..aunque pienso que es dificil opinar sobre el tema..el tiempo y el avanze de la ciencia sobre todo nos ayudara a conocer mejor la naturaleza de este fenomeno..gracias por este exelente trabajo..

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