lunes, 8 de febrero de 2010

GRACIAS A DIOS – Febrero 8, 2010

Rita Calderon <ritacalder@hotmail.com> escribió:

Un breve mensaje primero para agradecer a Dios, a Jesús, a todos ustedes por sus oraciones y buenos deseos, porque la operación de mi ojo fue un éxito. Obviamente, todavía no tengo permiso para trabajar en la computadora, excepto por quince minutos, que estoy aprovechando

Quiero contarles lo que sucedió, antes de que se me olvide: 

Me citaron a las 9:30 para prepararme y fui operada a las 10:00.  Cuando llegué todavía no estaba ahí el doctor, pero me pasaron a cambiar de ropa, quitarme los lentes, ponerme gotas para dilatar la pupila y anestesiar el ojo y por lo tanto, ya no veía. 

Cuando llegó el doctor se acercó a saludarme y me preguntó que cómo me sentía, respondí que bien, pero doctor, no lo veo.   El se rió y se fue.   Al poco rato me llevaron a la sala de cirugía y ahí estaba el doctor ya vestido con su uniforme azul, cubre-cabellos y tapabocas.  Se acercó a mi, caminando muy ágil y graciosamente, se veía esbelto y entonces vi. sus hermosos ojos, con largas pestañas y una mirada dulce, acogedora, amorosa.

-¿Todo está bien Doña Rita? – le respondí que sí, pero seguía viendo sus ojos…

En seguida el doctor empezó a decirme que iba a sentir un piquetito y después  empezó a tararear.   Y yo me relajé e inicié una meditación…

Entonces vi unas figuritas como de cristal, parecidas a diminutas hormiguitas que nadaban o bailaban en una pista brillante.  Se reunían dos o tres y luego seguían solas para volver a reunirse, vi grupitos hasta de seis o siete de estas figuritas.  Una de ellas se detuvo y me explicó:  Somos “cristalinos” y servimos como un reflejo o espejo de lo que estás viendo, para que sea asimilado por el cerebro.  Al nacer somos como ahora nos ves.

Con el tiempo –continuó diciendo-  por la edad, por la falta de nutrientes, por enfermedad, empezamos a marchitarnos y cambiamos a color amarillo.  Entonces perdemos un poco de luminosidad y empezamos a unirnos para darnos fuerza.  Vi cómo estas figuritas eran amarillas y se juntaban con los brazos extendidos, posando sus pies en los hombros de otras.  Parecía un tejido…

Llega un momento en que nos marchitamos y entonces tenemos que juntarnos, más estrechamente, porque ya nos queda poca fuerza y ahora desdeñosamente nos llaman “opalinos”, dijo lanzando un fuerte suspiro.  Vi cómo ahora tenían un color café claro y el tejido estaba más apretado.   Estaban juntas, hombro con hombro y parecían un grueso tapete de estambre.  Y ahora… quieren sacarnos de aquí, me dijo sollozando y apretándose más.

Me sentí apenada y entonces le dije: Gracias, muchas gracias por haberme servido durante tantos años, porque por ustedes aprecio la belleza, los colores, las formas y los espacios y les pido perdón por mi ignorancia, porque no supe cómo debía nutrirlas para que vivieran junto conmigo siempre.

Ahora tienen que irse pero no para morir, sino para transformarse y servir en otra modalidad.

-¿Transformarnos cómo?  -preguntó.

-Irán ahora en un viaje hasta la madre Gaia y ella será quien les diga qué van a hacer.  Siempre serán amor/energía bendita de Dios.  Gracias y que la Luz las guíe.

-Gracias a ti también, queda en la Luz – me respondió y fueron aspiradas.

Al poco rato terminó el doctor y fui llevada a la sala de recuperación.  Ya no lo volví a ver, porque tenía una consulta a la que debía atender.  Habló con mis hijas y con ellas me dio cita para verlo al día siguiente.

Una de mis hijas me acompañó a la cita y el doctor me esperaba.  Al entrar, por poco y grito:  Usted no es el doctor que me operó… Y entonces supe de Quién era esa dulce, amorosa mirada…  Jesús estaba conmigo.

Y sigue conmigo.
Saludos cariñosos de Rita Calderón
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