Gregg Braden - "La Matriz Divina"...·
~ NUESTROS MIEDOS UNIVERSALES ~
Si usted está leyendo este libro, es muy probable que haya examinado muchas de las relaciones en su vida. En su exploración, sin duda ha obtenido valiosa información respecto a cuáles personas activan ciertas emociones y por qué. De hecho, es probable que usted se conozca tan bien que si yo le preguntara sobre su vida y su pasado, me podría dar las respuestas correctas para llegar a las conclusiones apropiadas en cualquier prueba terapéutica. Y es en esas respuestas perfectas y aceptables que usted podría pasar por alto el patrón más profundo que ha impregnado su vida desde el momento de su nacimiento. Es por esta razón que invito a los participantes en mis seminarios, a que completen un formulario impreso con anticipación en donde les pido que identifiquen los principales patrones que consideran "negativos," de las personas que los cuidaron durante su infancia.
Les pregunto los patrones negativos porque raramente he visto personas atrapadas en patrones positivos de alegría en sus vidas. Casi de manera universal, las situaciones que estancan a las personas tienen raíces en lo que se considera sentimientos negativos. Estas son las emociones que tenemos respecto a nuestras propias experiencias y lo que ellas significan en nuestras vidas. Y aunque no podemos alterar lo que sucedió, podemos comprender por qué nos sentimos como nos sentimos y cambiar lo que significa la historia de nuestra vida para nosotros.
Después de terminar el ejercicio, le pido a los miembros de la audiencia que mencionen al azar las características que anotaron como cualidades negativas, tanto en el hombre como en la mujer que representaron a sus padres en su infancia. En muchas personas, pueden ser su padre y su madre biológicos, aunque para otros, fueron las personas encargadas de criarlos. Para algunos, fueron hermanos o hermanas mayores, otros familiares o amigos de la familia. Sin importar de quien se trate, la pregunta está relacionada a las personas que los cuidaron durante sus años de formación, es decir, hasta la edad de la pubertad.
En ese momento, desaparece cualquier rastro de timidez en las personas tan pronto comienzan a gritar las cualidades negativas, mientras yo las escribo lo más rápido posible en una pizarra virtual. De inmediato, algo interesante comienza a ocurrir: una persona comparte la palabra descrita en sus recuerdos, otra comparte el mismo sentimiento y a menudo la misma palabra. En una muestra de los términos de cualquier programa, muestra casi idénticos adjetivos, incluyendo:
Colérico; Frío; Inaccesible; Crítico; Propenso al juicio; Abusivo; Celoso; Estricto; Controlador; Invisible; Miedoso; Deshonesto
Una claridad comienza a llenar la sala, y las personas comienzan a reírse ante lo que ven. Si no supiéramos con certeza, pensaríamos que todos provienen de la misma familia. La similitud de las palabras es más que una coincidencia. ¿Cómo pueden tantas personas con antecedentes tan diversos tener experiencias tan similares? La respuesta a este misterio es el patrón que está profundamente arraigado en nuestra conciencia colectiva, el cual puede describirse como nuestros miedos esenciales o universales.
Los patrones universales de miedo pueden ser tan sutiles en sus expresiones, pero tan dolorosos de recordar, que creamos con mucha habilidad máscaras que los hacen soportables. Así como el recuerdo de una familia difícil está siempre ahí, pero rara vez se habla al respecto, así concordamos inconscientemente en disfrazar el dolor de nuestro pasado colectivo de formas que son socialmente aceptables. Tenemos tanto éxito en disimular nuestros mayores miedos, que para todos los fines se olvidan las razones originales de nuestro dolor, y lo único que queda es su expresión, es decir, su representación en hechos.
Así como la mujer que ha perdido a su esposo o a la niña en el supermercado probablemente no están conscientes de la razón por la cual se sentían y reaccionaban como lo hicieron, tampoco nosotros lo estamos. Debido a las maneras en que enmascaramos nuestros miedos, jamás tenemos que hablar sobre los sufrimientos más profundos de nuestras vidas. Pero permanecen con nosotros, persistentes y sin haber sido resueltos, hasta que algo ocurre y simplemente ya no podemos mirar en otra dirección. Cuando nos permitimos profundizar un poco en estos poderosos momentos desenmascarados de la vida, lo que descubrimos es que por muy distintos que pueden parecer nuestros miedos, todos concluyen en solamente tres patrones básicos (o en una combinación de ellos): el miedo a la separación y al abandono, el miedo a no tener autoestima, y el miedo a entregarnos y confiar.
Exploremos cada uno de ellos.
NUESTRO PRIMER MIEDO UNIVERSAL ~ SEPARACIÓN Y ABANDONO.
Casi de forma universal, en el interior de todos nosotros existe el sentimiento de que estamos solos. En el marco de toda familia y de cada persona, hay un sentimiento no expresado de que de alguna manera estamos separados de aquél o aquello responsable de nuestra existencia.
Sentimos, en algún lugar recóndito de nuestra memoria antigua, que nos trajeron aquí y nos abandonaron sin explicación ni razón alguna.
¿Por qué esperaríamos que no fuera así? En la presencia de la ciencia que puede colocar a un ser humano en la luna y traducir nuestro código genético, seguimos sin saber quiénes somos. Y ciertamente no sabemos con certeza cómo llegamos aquí. Sentimos en nuestro interior nuestra naturaleza espiritual, mientras buscamos cómo validar nuestros sentimientos. Desde la literatura hasta el cine, la música y la literatura, distinguimos entre los lugares aquí en la Tierra y un cielo distante que está en algún otro lugar. En el occidente, afirmamos la separación de nuestro creador a través de la traducción de la más grandiosa oración de la Biblia que describe esta relación: el Padre Nuestro.
Por ejemplo, la traducción occidental más común comienza con: "Padre Nuestro, que estás en el Cielo," reconociendo esta separación. En esta interpretación, estamos "aquí" mientras que Dios está en algún otro lugar muy lejano. Sin embargo, los textos originales en arameo, ofrecen una visión muy distinta de nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Una traducción de la misma frase comienza con "Radiante Luz: Tú brillas en nuestro interior, en nuestro exterior, incluso la oscuridad brilla cuando la recordamos" 2 reforzando la idea de que el Creador no está ni separado ni distante. Más bien, la fuerza creativa de nuestro Padre, cualquiera que sea el significado que le demos, no está solamente con nosotros, es nosotros e impregna todo lo que conocemos como nuestro mundo.
El descubrimiento en 2004 del Código de Dios y el mensaje que proviene de la traducción del ADN de la vida, por medio de las letras de los alfabetos antiguos del hebreo y el árabe, parece apoyar esta traducción. Cuando seguimos las pistas que nos dejó el libro místico del siglo I llamado el Sepher Yetzirah, encontramos que cada uno de los elementos que componen nuestro ADN corresponde a una letra de estos alfabetos. Cuando realizamos las sustituciones, descubrimos que la primera capa del ADN de nuestro cuerpo, de hecho, concuerda con la advertencia antigua de que una gran inteligencia reside en todas partes, incluyendo nuestro interior. El ADN lee literalmente: "Dios y la Eternidad en el interior del cuerpo.
Cuando tenemos miedo en nuestras vidas, incluso si no estamos conscientes de qué es exactamente, crea una distorsión emocional en nuestros cuerpos, una experiencia a menudo descrita como una "descarga" o un "punto sensible." Esto se manifiesta en nuestras vidas como las ideas radicales que tenemos respecto a lo "correcto" o a lo "incorrecto" de una situación, o a cómo "debería" haber funcionado. Nuestras descargas y nuestros puntos sensibles son la promesa de que crearemos las relaciones que nos demostrarán cuál miedo está pidiendo ser sanado. En otras palabras, estas descargas nos muestran nuestros miedos, en cuanto mayores sean, más profundos los miedos. Y casi nunca se equivocan.
Por lo tanto, si usted no recuerda conscientemente su miedo a la separación y al abandono, por ejemplo, hay grandes posibilidades de que se manifieste en su vida como menos lo espera y durante los momentos más inconvenientes. En sus relaciones amorosas, su profesión y amistades, por ejemplo, ¿es usted quien "deja" o a quien "dejan"?
¿Es usted siempre el último en darse cuenta que la relación se ha terminado? ¿Matrimonios, trabajos y amistades perfectamente "buenos" parecen derrumbarse ante sus ojos sin advertencia o razón aparente? ¿Se siente devastado cuando estas relaciones se terminan y fracasan?
O quizá usted se encuentre en el otro lado. ¿Siempre deja relaciones, profesiones y amistades en su mejor momento por temor a ser herido? ¿Se ha descubierto diciendo algo así como:
"Este es el [llene el espacio en blanco] perfecto. Mejor salgo de esto ahora cuando las cosas van bien, antes de que algo ocurra y salga herido."? Si este tipo de escenario ha aparecido en su vida o lo está haciendo ahora, hay muchas posibilidades de que usted haya creado de forma maestra, una manera socialmente aceptable de enmascarar su miedo más profundo al abandono y la separación.
Al repetir estos patrones en relación tras relación, puede reducir el dolor de sus miedos hasta un nivel soportable. Incluso, puede pasar así toda su vida. Sin embargo, la desventaja es que el sufrimiento se convierte en una distracción. Se convierte en su forma de alejar su mirada del miedo universal de que fue separado de la unión con su Creador, abandonado y eventualmente olvidado. ¿Cómo puede llegar a encontrar el amor, la confianza y la cercanía que tanto ha anhelado si siempre está dejando o lo dejan cada vez que se acerca a alguien?
~ NUESTRO SEGUNDO MIEDO ~ BAJA AUTOESTIMA.
Casi universalmente existe un sentimiento arraigado en cada persona de todas las culturas y sociedades de nuestro mundo, que de alguna manera no somos lo suficientemente buenos.
Sentimos que no merecemos reconocimiento por lo que hemos contribuido a familias, comunidades y lugares de trabajo. Sentimos que no somos merecedores de ser honrados y respetados como seres humanos. A veces, incluso, nos sorprendemos de que seamos lo suficientemente buenos como para estar vivos.
Y aunque esta baja autoestima puede no siempre ser consciente, está ahí continuamente, y ofrece la base subyacente para la forma en que enfocamos la vida y nuestras relaciones con otras personas. Como maestros de la supervivencia emocional, a menudo nos encontramos actuando escenas de la vida real que equivalen a valores imaginarios que nos colocamos en nosotros.
Por ejemplo, cada uno de nosotros tiene sueños, esperanzas y aspiraciones de lograr cosas grandiosas en su vida, y muy a menudo encontramos todas las razones para excusarnos por no lograrlo. Como hemos visto en capítulos previos, la emoción es un lenguaje en sí mismo, el propio lenguaje al cual responde la Matriz Divina. Cuando sentimos que no podemos alcanzar nuestros sueños más grandiosos, la Matriz simplemente nos regresa lo que le hemos dado para trabajar: retrasos, retos y obstáculos.
Aunque podamos anhelar cosas más grandes, la duda que proviene de nuestro interior es, a fin de cuentas, de nuestros sentimientos de baja autoestima. Nos preguntamos: ¿soy lo suficientemente bueno como para tener tanta alegría en mi vida? ¿Y por qué esperaríamos que fuera distinto? En la tradición judeocristiana occidental, aquellos en quienes confiamos y quienes respetamos nos han dicho que de alguna manera somos seres "inferiores".
No somos tan buenos como los ángeles en el cielo ni como los santos de quienes aprendemos. La misma tradición ha convencido a mucha gente de que sólo por el hecho de estar en este mundo, debemos redimirnos de la vida misma por razones que según dicen están más allá de nuestra comprensión.
En los más de dos mil años que lleva la historia de Jesús, nos hemos comparado con la memoria editada, condensada y predilecta de la vida de un hombre del cual jamás estaremos a su altura. Algunas veces las comparaciones son serias advertencias, sugerencias de que podemos estar condenados a una vida muy dura en el más allá si no vivimos de cierta manera. Algunas veces, son un poco más livianas, simples recordatorios de nuestra incompetencia, con preguntas sarcásticas tales como: "¿Quién crees que eres, Jesucristo?" o "¿Cómo vas a llegar hasta allá... caminando sobre el agua?" ¿Cuántas veces ha escuchado esto o algo similar, implicando que aunque intentemos llevar una buena vida, jamás seremos tan buenos o merecedores como el maestro del pasado? Aunque en raras ocasiones nos tomamos con seriedad dichos comentarios, en un nivel muy profundo nos siguen recordando que de alguna manera somos indignos de las alegrías más grandes de la vida.
Incluso si usted tiene alta autoestima, puede ser que crea en estas sugerencias en algún grado. A fin de cuentas, en algún nivel, es probable que todos lo hagamos. Como resultado, expresamos nuestras creencias a través de las expectativas de cumplir nuestras metas, de cuanta alegría nos permitimos y del éxito de nuestras relaciones. Nuestro miedo de no ser lo suficientemente valiosos como para tener amor, aceptación, salud y longevidad, promete que cada una de nuestras relaciones refleje el miedo de ser poco valiosos. Y eso ocurre en formas que no sospecharíamos ni en un millón de años.
Por ejemplo, ¿cuántas veces se ha conformado con relaciones que no son lo que usted verdaderamente desea, pero las excusa diciendo cosas como: "Por ahora esto es lo mejor" o "Este es un trampolín hacia algo mejor"? ¿Se ha descubierto diciendo alguna vez: "Me encantaría compartir mi vida con una pareja amorosa, compasiva, tierna y cariñosa, pero... " o "Este no es el trabajo en donde puedo realmente expresar mis talentos y habilidades, pero..." seguido por todas las razones por las cuales no puede realizar sus sueños más grandiosos en este momento?
Si estos o casos similares se han presentado en su vida, hay grandes posibilidades de que sean máscaras hábilmente creadas por usted para cuestionar su valía. A través de sus relaciones personales y de negocios, se recuerda a sí mismo sus creencias fundamentales sobre usted mismo, creencias que están pidiendo una gran sanación.
~ NUESTRO TERCER MIEDO UNIVERSAL ~ ENTREGA Y CONFIANZA.
¿Alguna vez ha tenido una relación de cualquier tipo en donde su nivel de confianza fue de tal magnitud que fue capaz de entregar su ser individual a cambio de una sabiduría mayor?
Para ser bien claro, no estoy sugiriendo que entregue todo su poder en cualquier situación.
Por el contrario, la experiencia que estoy preguntando es si ha tenido un sentido tan fuerte de lo que usted es, que se permitió liberarse de sus creencias respecto a qué debería o quién debería ser a cambio de una posibilidad mucho mayor de lo que usted podría llegar a convertirse.
Casi universalmente, existe el sentimiento en nuestro interior de que no es seguro hacer algo así, no es seguro confiar en los demás, en la sabiduría de nuestros cuerpos o en la paz del mundo. ¿Y por qué deberíamos pensar distinto? No tenemos más que ver las noticias vespertinas para encontrar miles de razones para justificar nuestros sentimientos. Cada día vemos ejemplos de conductas que parecen justificar e incluso perpetuar la sensación de que vivimos en un mundo atemorizante y peligroso. Desde el terror, los asesinatos y los asaltos que vemos en el mundo en general, hasta las violaciones de confianza y las traiciones que experimentamos en nuestras vidas personales y la minada de asuntos de salud que observamos a diario, este planeta llamado "hogar" puede ciertamente lucir como un lugar terrorífico.
A fin de cuentas, nuestro sentido de seguridad en el mundo debe provenir de la seguridad que sentimos en nuestro interior. Para experimentar esto, debemos confiar, debemos preguntarnos si tenemos fe en la inteligencia del universo que está inherente en todas las situaciones y en toda la vida. Si nuestra respuesta a esta pregunta es negativa, debemos entonces preguntarnos, ¿por qué? ¿Quién o qué experiencia nos enseñó que nuestro mundo no es seguro y que no debemos confiar?
Por ejemplo, ¿cree usted en el proceso de la vida? Cuando descubre que el universo le ha lanzado inesperadamente una pelota en curva a usted, a un ser querido o a su mascota, ¿se refugia en el reproche para sentirse protegido? Cuando sus hijos salen de casa cada mañana para ir a la escuela, ¿se preocupa de que algo malo pueda ocurrirles, de que no estén seguros? ¿O sabe que ellos están a salvo hasta que siente la dicha de recibirlos en casa cuando el autobús de la escuela los traiga de regreso a las 3:30 de la tarde?
Aunque todas las cosas temibles que vemos que ocurren a nuestros alrededor son ciertamente parte de una realidad, la clave para invalidar nuestros miedos es que estos no tienen necesariamente que ser parte de nuestra realidad. Aunque puede parecer una ingenua filosofía de la Nueva Era, en verdad es una creencia muy antigua que ha sido ahora comprobada por la ciencia más avanzada. Sabemos que la Matriz Divina existe, reflejando en nuestras vidas lo que pensamos, sentimos, expresamos y creemos en nuestros corazones y mentes. Estamos conscientes de que un giro sutil en la forma en que nos vemos es lo único necesario para que ese cambio se refleje en nuestra salud, carrera y relaciones. Y aquí es en donde se vuelve aparente la absurda naturaleza de este ciclo vicioso del miedo.
* Clave 18: La raíz de nuestras experiencias "negativas" puede reducirse a uno de los tres miedos universales (o a una combinación de ellos): abandono, baja autoestima o falta de confianza.
Si deseamos que algo cambie, debemos romper el ciclo y entregarle algo distinto a la Matriz para que ella lo refleje. Suena sencillo, ¿no es así?. Puede ser engañosamente simple, puesto que cambiar la forma en que nos vemos es quizá la práctica más difícil con la que nos hemos enfrentado en nuestras vidas. Debido a nuestras creencias internas, experimentamos en nuestro mundo externo la gran batalla que se está librando en el interior de todos los corazones y las mentes de cada persona que vive la lucha que define lo que creemos que somos.
En presencia de todas las razones para no confiar, nos han pedido que encontremos la forma de escapar de la prisión en donde nos han encerrado nuestros miedos. Cada día, las experiencias de la vida nos piden que nos demostremos cuánto somos capaces de confiar... no confiar ciegamente sin razón, sino realmente sentir la seguridad y la protección que son nuestras en el mundo.
Extracto de La Matriz Divina.Gregg Braden.
Editado por Tony de Pablo ©
Levántate y Anda!!
El amor y la fé te prestan sus alas,
la esperanza te viste de nuevo,
la vida sonrie como virgen coro-
nada de mirtos y de olivos que
va arrancando una a una las viejas
espinas de tu corazón.
Jesús de Nazareth.
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