sábado, 21 de agosto de 2010

EL MOMENTO

De: Toni

leyenda572@yahoo.es

http://escritores-canalizadores.blogspot.com

Hola Alexiis. Ahí fluye esto. Para compartir si lo ves oportuno:

He leído un texto de Un Curso de Milagros que expresa muy claramente algo que aunque no puede describirse plenamente en palabras, sí puede indicarse o apuntarse con más o menos idoneidad. Lo comparto por si resulta de utilidad a alguien:

LECCIÓN 135

Si me defiendo he sido atacado.

1. ¿Quién se defendería a sí mismo a menos que creyese que ha sido atacado, que el ataque es real y que defendiéndose es como puede salvarse? En esto radica la insensatez de las defensas, las cuales otorgan absoluta realidad a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fuesen reales. Ello no hace sino añadir más ilusiones a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fuesen reales. Ello no hace sino añadir más ilusiones, haciendo así que la corrección sea doblemente difícil. Y esto es lo que haces cuando tratas de planear el futuro, reactivar el pasado u organizar el presente de acuerdo con tus deseos.

2. Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque ello encierra una amenaza para ti. Sentirte amenazado es el reconocimiento de una debilidad inherente; es asimismo la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a que busques una defensa apropiada. El mundo está basado en esta creencia demente. Y todas sus estructuras, pensamientos y dudas, sus castigos y su pesado armamento, sus definiciones legales y sus códigos, su ética, sus líderes y sus dioses, no hacen sino perpetuar esta sensación de amenaza. Pues nadie andaría por el mundo cargando con una pesada armadura si no fuese porque el terror le encoge el corazón.

3. Las defensas son atemorizantes. Surgen del miedo, el cual se intensifica con cada defensa adicional. Crees que te ofrecen seguridad. Sin embargo, lo que hacen es proclamar que el miedo es real y que el terror está justificado. ¿No te parece extraño que al elaborar planes para reforzar tu armadura y afianzar tus cerrojos todavía más, jamás te detienes a pensar qué es lo que estás defendiendo, cómo lo estás defendiendo y contra qué?

4. Examinemos en primer lugar qué es lo que defiendes. Debe ser algo muy débil y vulnerable. Algo que es presa fácil, incapaz de protegerse a sí mismo y que, por lo tanto, necesita que tú lo defiendas. ¿Qué otra cosa sino el cuerpo adolece de tal fragilidad que para proteger su insignificante vida es necesario prestarle un constante cuidado y preocuparse en gran manera por su bienestar? ¿Qué otra cosa sino el cuerpo flaquea y es incapaz de ser el digno anfitrión del Hijo de Dios?

5. Sin embargo, no es el cuerpo el que puede temer o ser algo temible. Las únicas necesidades que tiene son las que tú mismo le impones. No necesita complicadas estructuras que lo defiendan, ni medicamentos para conservar la salud, ni cuidados, ni que te preocupes por él en absoluto. Si defiendes su vida, le haces regalos para embellecerlo o construyes murallas para su protección, estarás declarando que tu hogar está a merced del ladrón del tiempo, que es corruptible, que se está deteriorando y que es tan vulnerable que tienes que protegerlo con tu propia vida.

6. ¿No es este cuadro aterrador? ¿Cómo puedes estar en paz con semejante concepto de tu hogar? Sin embargo, ¿quién fue lo que dotó al cuerpo con el derecho de servirte de esta manera sino tus propias creencias? Fue tu mente la que le asignó al cuerpo todas las funciones que percibes en él, y la que fijó su valor muy por encima del pequeño montón de polvo y agua que realmente es. ¿Quién defendería semejante cosa si reconociese que eso es lo que es?

7. El cuerpo no necesita ninguna defensa. No podemos hacer suficiente hincapié en esto. El cuerpo se mantendrá fuerte y saludable si la mente no abusa de él asignándole funciones que no puede cumplir, propósitos que están fuera de su alcance y elevadas metas que no puede alcanzar. Tales intentos ridículos, aunque celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que lo sometes. Pues el cuerpo parece frustrar tus esperanzas, tus valores y tus sueños, así como no satisfacer tus necesidades.

8. El "ser" que necesita protección no es real. El cuerpo, que de por sí no tiene valor ni es merecedor de la más mínima defensa, sólo requiere que se le perciba como algo completamente ajeno a ti, para convertirse en un instrumento saludable y útil a través del cual la mente puede operar hasta que deje de tener utilidad. Pues ¿quién querría conservarlo una vez que deja de ser útil?

9. Defiende el cuerpo y habrás atacado a tu mente. Pues habrás visto en ella las debilidades, las limitaciones, las faltas y los defectos de los cuales crees que el cuerpo debe ser liberado. De este modo, no podrás ver a la mente como algo separado de las condiciones corporales. Y descargarás sobre el cuerpo todo el dolor que procede de concebir a la mente como frágil, limitada y separada de las demás mentes y de su Fuente.

10. Éstos son los pensamientos que necesitan curación, y una vez que hayan sido corregidos y reemplazados por la verdad, el cuerpo gozará de perfecta salud. La verdad es la única defensa real del cuerpo. Sin embargo, ¿recurre a ella para defenderlo? El tipo de protección que le ofreces no le beneficia en absoluto, sino que le añade más angustia a tu mente. Y no sólo no te curas, sino que eliminas toda esperanza de curación, pues no puedes ver dónde se deben depositar las esperanzas si es que éstas han de ser esperanzas fundadas.

11. La mente que ha sanado no planifica. Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya. Espera hasta que se le indica lo que tiene que hacer, y luego procede a hacerlo. No depende de sí misma para nada, aunque confía en su capacidad para llevar a cabo los planes que se le asignan. Descansa serena en la certeza de que ningún obstáculo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier objetivo que sirva al gran plan que se diseñó para el bien de todos.

12. La mente que ha sanado se ha liberado de la creencia de que tiene que planear, si bien no puede saber cuál sería el mejor desenlace, los medios por los que éste se puede alcanzar, ni cómo reconocer el problema que el plan tiene como propósito solucionar. La mente no podrá sino hacer un mal uso del cuerpo al hacer sus planes mientras no reconozca que esto es así. Más cuando acepte que esto es verdad, sanará y dejará a un lado al cuerpo.

13. Forzar al cuerpo a que se amolde a los planes que una mente no curada traza para salvarse a sí misma es lo que hace que el cuerpo enferme. En tal caso el cuerpo no es libre para ser un instrumento de ayuda en un plan que le ofrece mucha más protección de la que él podría prestarse a sí mismo, y que por un tiempo requiere de sus servicios. Cuando se utiliza con este propósito, la salud está asegurada. Pues todo aquello de lo que la mente se valga para tal fin funcionará perfectamente y con la fortaleza que se le ha otorgado, la cual no puede fallar.

14. Tal vez no sea fácil darse cuenta de que los planes que uno mismo inicia son tan sólo defensas, al ser su propósito el mismo para el que se concibieron todas las defensas. Estos planes constituyen los medios a través de los cuales una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección a costa de la verdad. Esto se puede reconocer fácilmente en algunas de las formas que adopta este auto-engaño, en las que la negación de la realidad es muy evidente. No obstante, rara vez se reconoce que hacer planes es en sí una defensa.

15. La mente que se dedica a hacer planes para sí misma está tratando de controlar acontecimientos futuros. No cree que se le vaya a proveer de todo cuanto pueda necesitar, a menos que ella misma lo haga. El tiempo se convierte en algo en lo que lo que se enfatiza es el futuro, el cual se debe controlar mediante el aprendizaje y la experiencia derivada de sucesos pasados y de las creencias que se abrigan. Dicha mente pasa por alto el presente, basándose en la idea de que el pasado le ha enseñado lo suficiente como para permitirle dirigir su futura trayectoria.

16. La mente que hace planes, por lo tanto, no permite ningún cambio. Lo que aprendió en el pasado se convierte en la base de sus futuros objetivos. Sus experiencias pasadas determinan su elección de lo que ha de suceder. Y no se da cuenta de que aquí y ahora se encuentra todo cuanto necesita para garantizar un futuro muy diferente del pasado, libre de la continuidad de las viejas ideas y de las creencias enfermizas. No hay ansiedad con respecto al porvenir, pues la confianza presente está a cargo de éste.

17. Las defensas son los planes que emprendes para atacar la verdad. Su objetivo es seleccionar aquello a lo que le das tu conformidad, y descartar lo que consideras que es incompatible con tus creencias acerca de lo que es tu realidad. No obstante, lo que queda ciertamente no tiene significado. Pues tu realidad es "la amenaza" que tus defensas intentan atacar, ocultar, despedazar y crucificar.

18. ¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir, es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien? Tal vez no hayas entendido bien Su plan, pues Él nunca podría ofrecerte dolor. Mas tus defensas no te dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que jamás diste. Mientras hacías planes para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna.

19. Tu presente confianza en Él es la defensa que te promete un futuro tranquilo, sin ningún vestigio de sufrimiento y lleno de un júbilo que es cada vez mayor, a medida que esta vida se vuelve un instante santo, ubicado en el tiempo, pero reconociendo únicamente la inmortalidad. No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar.

20. Sin defensas, te conviertes en una luz que el Cielo mismo, lleno de gratitud, reconoce como propia. Y te conducirá por los caminos que se diseñaron para tu felicidad, de acuerdo con el plan ancestral que comenzó al nacer el tiempo. Tus seguidores unirán su luz a la tuya, y ésta aumentará hasta que el júbilo ilumine al mundo. Y nuestros hermanos gustosamente dejarán a un lado sus engorrosas defensas, que de nada les sirvieron y sólo les causaban terror.

21. Esperaremos hoy con gran expectación ese momento llenos de absoluta confianza en el presente, pues esto es parte de lo que se planeó para nosotros. Descansaremos en la certeza de que se nos proveerá de todo cuanto podamos necesitar para lograr esto hoy. No haremos planes acerca de cómo se va a lograr, sino que nos daremos cuenta de que nuestra indefensión es lo único que se requiere para que la verdad alboree en nuestras mentes con absoluta certeza.

En fin, hasta ahí el fragmento copiado (añadí los colores y las letras en negrita). Me resulta muy inspirador. Lo comparo a una frase que suelo citar, igual de inspiradora a pesar de su brevedad:

Este momento es tan bueno como cualquier otro momento de la eternidad (Ralph Waldo Emerson)¡Saludos!

PD: Este texto ha sido posteado también en mi blog:

http://jugandoalegremente.blogspot.com/2010/08/el-momento.html donde hay también otros textos relacionados.
Asimismo si Alexiis lo incorpora, aparecería también posteado en su blog Escritores y Canalizadores: http://escritores-canalizadores.blogspot.com/

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