(Por Julio Andrés Pagano)
Este mensaje se siente. Es un mágico pulsar. Viene a movilizar tus fibras más sensibles. Esta es la frecuencia inmaculada que ilumina el santo grial de tu memoria cósmica. Su sabia luz lleva a que tus células rememoren el eterno espacio sin fronteras que sólo se vivencia vibrando en el amor. Todo está entrelazado. No existe separación, excepto en el atrapante juego de la ilusión que nos manifestó separados. Despertá. Sintiendo somos Uno. Sólo Uno. Juguemos otro juego.
La vibración de estas palabras te recuerda que lo que tus células experimentan es lo que siente el Universo. Todo se mueve en una sutil y eterna danza espiralada. Así como las células forman tu cuerpo, este es una célula de la Madre Tierra. La Tierra, el Sol, los planetas y las estrellas son las células de nuestra galaxia (Vía Láctea), y las galaxias son las gigantes células del Universo. Al ser todo Uno, siempre hay algo mayor que sustenta, contiene y pulsa dentro de cada corazón.
Así como el agua juega a ser copos de nieve o hermosas nubes, dentro de las hojas está el Sol jugando a ser de color verde. Ante los ojos del alma, la vida se presenta como un deslumbrante juego donde todo se entrecruza. Mires por dónde mires, sólo verás Unidad. Contemplarás un majestuoso despliegue de incontenible energía que cambia de estado y fluye constantemente. Hay ciclos dentro de ciclos. El vacío está lleno. Somos como los peces que no advierten el agua. Vivimos en un mar de abundancia, pero aceptamos jugar a que lo que abunda es la escasez.
En cada latido, en cada respiración, el Universo se expande y se contrae, elevando y trayendo de regreso las pulsaciones. Sentimientos, pensamientos y palabras viajan desde las flores hacia las estrellas, regresando para que experimentemos la frecuencia del caos o la armonía con que fueron emanadas. No hay separación. Todo es Uno. En el juego de la ilusión, se necesita que el corazón permanezca bien cerrado, de lo contrario no hay manera de sentirnos fragmentados.
Despertá. Juguemos otro juego. Un juego que no excluya y tampoco nos lastime. Juguemos a celebrar. Juguemos a sanar. Despertando rememoramos que la energía femenina y la energía masculina son formas complementarias de vibrar, que desarrollan en el amor su equilibrio alquímico perfecto. ¿Acaso ya no estás muy cansado de este juego tan violento que llamamos “realidad”? Recordá. Liberá la gloriosa esencia de tu memoria cósmica y juguemos otro juego.
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