Evolucionar es un aprendizaje totalmente personal e intransferible.
Podemos compartir la experiencia pero nadie puede vivirla por nosotros. El alma elige las experiencias que va a vivir antes de encarnar, aunque luego se olvide de todo ello por completo. Muchas veces, tenemos la sensación de ir caminando en la oscuridad. Sin embargo, tenemos un as en la manga, nosotros, nuestro Yo.
Resulta más fácil aprender cuando las situaciones son cómodas y agradables; en las que todo es más fluido; y sobre todo, cuando nos sentimos felices y contentos rodeados de personas y energías que nos complementan. Pero qué ocurre cuando en la vida, aparece una situación dura, difícil, complicada y que hace daño; o, cuando nos rodean personas que piensan en negativo o sufrimos.
Nada es lo que parece. Lo que para unos es una situación complicada y dolorosa, y puede acabar en una depresión; para otros, es el comienzo de un reto, de un autoconocimiento. Somos libres de vivirlo como mejor sepamos, podamos y elijamos. Todo es correcto y válido desde el punto de vista del aprendizaje del alma.
Una persona o situación que es dañina, no deja de ser una gran prueba y un modelo a "no seguir", o un gran maestro. Enseña lo que no debemos hacer, lo que no queremos ser o convertirnos. Es un espejo en el que vernos reflejados. Y somos libres de vivirlo como mejor consideremos. Como por ejemplo:
Desde el victimismo, y quedarnos ahí para siempre. Es válido. No digo que no seamos víctimas, pero una vez superada la primera impresión, podemos decidir que la vida es más cómoda siendo mártires. Y para ello necesitamos en la vida, un verdugo. Uno no puede existir sin el otro.
Pasando de puntillas, sin querer darnos cuenta de lo que ocurre. No se cómo actuar. Tengo miedo a tomar decisiones y sentir. Me hago invisible. A la larga, tendremos que tomar decisiones, pero a veces necesitamos un tiempo para pensar, situarnos o tomar distancia de la relación que nos une con la persona que nos hace daño que por ser tan cercana que no sabemos cómo actuar. Es válido.
Desde las emociones destructivas, la ira, la rabia, la impotencia, el abandono, etc. Creo que es una de las maneras más difíciles y duras de vivir. Sólo sufre la persona que lo revive constantemente. No quien ofende. El dolor es nuestro, se enquista. La rabia y la ira, nos ciegan y las emociones se cierran en un círculo vicioso en el que sólo sufrimos nosotros. La mente se encarga de ello, recordándonos constantemente qué herida tenemos. Es correcto si es lo que necesitamos vivir, ya que forma parte del camino que necesitamos para aprender y evolucionar.
Vivirlo como un reto, una superación, una ayuda para conocernos a nosotros mismos. Pasaríamos del dolor inicial, a la acción práctica. Conozco el dolor y el sufrimiento y no quiero quedarme en él. Lo supero. Para ello, tomo la situación o persona, como una prueba de vida, una aventura en la que descubro cuáles son mis límites. El punto de partida es esencial, me amo y no quiero sufrir más de lo necesario. Poner límites a lo que me hace daño es válido, y no significa ser generoso o no amar a los demás. Es válido.
Ninguna persona, excepto una, puede hacernos daño. Y esa persona es cada uno de nosotros. Somos libres. Se nos olvida el poder que tenemos y que nuestra base, es el amor, el querernos y amarnos a nosotros mismos. Cuanto más nos queramos, más nos respetemos, más seguros y confianza tengamos, menos daño permitiremos que nos hagan y más rápido sanaremos las heridas. Si cada uno de nosotros está centrado, equilibrado y en armonía consigo mismo, será más fácil poner los límites a quienes intentan aprovecharse de nosotros, por su egoísmo, manipulación, control, etc.
Somos los que decidimos cómo queremos vivir, cómo queremos que nos traten y amen. Si vivimos una situación que no nos gusta, actuemos desde el corazón, desde el amor y el respeto hacia uno mismo. Decir que no en algunos casos o situaciones es tan importante como decir que sí. Sólo puede hacernos daño aquello a lo que damos paso.
Si me están maltratando y lo permito, entro en el mismo juego que ellos, pero desde el otro lado. Somos víctimas y verdugos. Si me hacen daño y me enfrento a ello, estoy mirando por mi misma, aunque luego esté callada. Soy consciente de dónde estoy, de quién soy. Es un punto de inflexión. Puede que aparentemente no cambie nada, y sigan queriendo maltratarme, pero algo ha cambiado. Me tomado mi poder, me quiero y he dicho basta. Luego mi actitud será distinta. Posiblemente necesite un tiempo para integrarlo todo, para encontrar las soluciones adecuadas, para recuperarme y ser de nuevo fuerte. Ya hay un cambio interno, me quiero.
Qué tenemos que hacer cuando nos encontramos con personas o situaciones negativas. Vivirlo de la manera más llevadera posible, en donde el dolor o el sufrimiento sea mínimo. Lo ideal sería alejarnos de ellos, frenarles desde el respeto, poner nuestros límites. Tenemos que ser fuertes y confiar en nosotros, actuando desde el amor. Desde luego, intentando no repetir lo vivido, no ser vengativos, ni rencorosos, pues seguiríamos el mismo juego. Procuremos dejar de pensar en ello, porque haciéndolo estamos dando poder al hecho o a la persona. Pensemos en qué nos hace felices, qué nos equilibra, qué nos hace sentirnos bien. Demos importancia a lo esencial, a nosotros y nuestra armonía.
Personalmente cuando me encuentro viviendo una situación complicada o aparece una persona negativa, doy las gracias porque me permite conocerme, saber cuáles son mis límites, crecer y avanzar. Es un regalo aunque a veces no venga envuelto en un lazo rojo. A mayor dureza o complicación, mayor oportunidad de aprendizaje y evolución.
Lo negativo, también forma parte del aprendizaje. Es una prueba en el camino evolutivo y dependerá de cada uno de nosotros cómo afrontarlo y vivirlo, sabiendo que todo es válido y correcto, desde el punto de vista del alma.
FUENTE: María Eugenia-Blog Comunicación entre dos Mundos
Compartido con mucho cariño,
Isolda
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LA ESPIRITUALIDAD MÁS EXPANDIDA ES EL AMOR EN VERDAD ILUMINADO CON VALORES APLICADOS.
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA
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