Roberto Maruri Ampuero. Voz Edgar Ovido. Producción Eduardo Duendes. ¡Bellísimo!!!
Publicado el 20/09/2012 por eduardoduendes
No existe el espacio finito, limitado, es ilusión. No existe una célula con un contorno físico limitado. Solo existe el canto infinito del viento atravesando las praderas insostenibles.
Las auras eran glóbulos virtuales que contenían los sueños de un ser real en la dicha plena que trascendía la sensatez y los vientos de una tierra y un cosmos, de los pequeños hologramas y halos.
Las geometrías flotaban en los vientos de lo creado, los campos electromagnéticos geometrizados sacramente. La geometría era un impulso sagrado en lo tocable. La geometría "pensaba" y así pulsaba en sus pensamientos inmateriales sin el más mínimo esfuerzo.
Por otra parte, los pensamientos mortales crearon los escenarios de Dante, los escenarios de las odiseas, las escenas que contenían las sombras hasta que estas fueron desaparecidas en la pureza incondicional.
Solo la persona era oposición a la luz, a los santuarios inmortales de la luz prístina.
Hoy el espacio quántico evanece el vacio infinito. El vacio es un templo que contiene la perfección en expansión permanente. Elvacio es lo único que contiene la perfección. El vacio es lo único, es la belleza completa.
La pureza hablaba en las células. El fondo de los quarks no contenía medidas.
Las auras semi-fisicas eran un campo electro-cristalino que contenía los destellos de inteligencia pura vacía impeliendo la energía de creación a través de los chakras-portales aceleradores de pensamientos-partículas que creaban y habían creado la forma.
Las auras eran unas caracolas que emitían el sonido del silencio inundo, el canto del mar amante, el "somnífero" sonido esencial. Elsoñador habitaba al fondo de un aura. El aura era una pulsación lumínica de la conciencia.
El hombre contenía --o incontenía- el invisible en la expectación del color.
El hombre era incontención y amaba primitivamente, caudales eran sus ojos.
Las matrix eran las cavernas primitivas donde el amor jugaba con su propia sombra.
Las matrix eran nidos de entretención, las matrices donde el Ser velaba "algo" que lo propulsaba a crear, a volver a sí mismo y a recordar quién Es, a volver a la Ayoidad (en forma desesperada).
La magia era la exaltación del recuerdo, del recuerdo primero, del recuerdo del Uno.
El espacio quántico devenía la sublimidad de los patrones perfectos. Las biologías contenían el amor sin saberlo, solo un mínimo recuerdo susurrando en sus corazones, en sus espacios sagrados.
La divinidad hablaba en las glándulas. El timo, la pituitaria, la pineal, las suprarrenales "profanaban" el invisible, eran hacia el espacio abierto, hacia el no-espacio, un beso al cielo.
El amante era cuántico y su ser cuántico tendía al infinito, a la inundación más poderosa de la belleza. Los templos hablaban. La luz cantaba en los corazones humanos. El corazón del hombre era un sol, un templo, un templo fuera del espacio, un rio infinito, un desnudo. Desnudo estaba el hombre en el hoy. El hombre no tenía raza y su corazón ni siquiera era cósmico. El Cosmos era solo un periplo en fuga hacia el Uno. Todo estaba en fuga hacia el Uno. La divinidad era el soplo de la Vida. La Vida una epifanía en los caudales del ahora. Cada hoja soplaba el viento inmortal. Y allá en los torrenciales los respiros de los albatros. Y los caparazones de los instrumentos, de las violas, eran las cúpulas de los silencios: un corazón inundo de hombre, el final de un hombre. Y ese hombre amaba. Pudo haber amado odiosamente, pero amaba. Hoy solo las hojas hablan, hablan en el río de las estrellas. Y este espacio es cuántico, es un espacio-Uno.
Y el corazón romántico es solo un sueño, la vacuidad derramada en la luz, en las plumas de la luz que hoy amorosamente se unifican, a pesar del cansancio de este humano que virtualmente muere. La muerte es la profusión de la vida. No hay muerte en el Canto, en las voces del misterio, la Vida canta con esas voces. La Vida canta con esas voces. Y el hoy es solo el templo de ese Amor, de ese amor que hace saltar las auras, que pulsa la música.
Toda la luz era una mancha en el vacío.
Y el Cosmos fue un conjunto de matrix que nacían, se trasparentaban y se extinguían, un divertimento en vidas, en vidas que arreciaban y surgían, que amaban y odiaban. Un juego en los absolutos. Y lo cuántico es tensión hacia la unicidad, hacia el reino perfecto que aúna los paraísos perdidos.
Este mensaje puede ser copiado y difundido siempre y cuando se conserven intactos los textos dando crédito al autor y al traductor, publicando sus fuentes de origen.
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