jueves, 20 de mayo de 2010

19 – Enseñanzas del Padre Celestial – 24/1/2010

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¿Añoras hija mía?

Sí Padre, añoro a mi amado tanto, añoro su voz, añoro su presencia, añoro sus palabras….

Esta bien añorar hija, cuando un alma añora a otra es porque el amor ha unido a ambas, como yo tu Padre añoro, he añorado y seguiré añorando a mis hijos tan amados, y si os añoro, al igual que tu añoras a tu amado es porque os amo.

A veces Padre mío disimulo, trato de no mostrar que me muero por su presencia, por abrazarlo físicamente, para no hacerle ni hacerme daño, entonces Padre mío, mi voz calla.

Hija mía debéis hablar de esas cosas que arden dentro vuestro y si es necesario debéis ser capaces de gritaros el uno al otro vuestras añoranzas ¿porqué calláis? ¿Acaso Yo vuestro Padre no he clamado y gritado mis añoranzas por mi pueblo amado, por mis hijos?

En poemas y en cartas, en palabras de mis profetas, en palabras de mi Hijo Jesús, nunca he callado, pues así es como se afianza el amor, así es como quien es amado, se siente elevado hasta lo más profundo del universo, nunca os calléis, llorad uno frente al otro, si es necesario, decidlo, entonces hija mía ese sentimiento se transformará en certeza de amor, y en esa certeza vuestro ser cada día y paso a paso alcanzará la perfección.

Sed perfectos, como vuestro Dios es perfecto se os ha dicho, entonces aquello que arde en vuestro corazón, aún vuestras añoranzas del amado y la amada no han de ser silenciados jamás.

Ser auténticos, transparentes, caritativos ¿Es eso verdad Padre?

Hija mía sin caridad, sin misericordia, sin autenticidad vuestra fe se tornaría un instrumento desafinado, una sombra sin luz, una parodia del verdadero amor, una piedra lanzada al rostro en vez de la mano tendida en ayuda, es tan grave hija mía, pues es un insulto a Dios, en vez de la alabanza y la adoración, no sería una vida llena del Espíritu, sino un oscuro sepulcro.

Padre amado ¿Cómo se aprende a ser verdaderamente misericordiosos?

Mirando a vuestro hermano Jesús, Él os ha mostrado la máxima misericordia en la cruz, eligió libremente y puso ante Mí su entrega en beneficio de la humanidad toda, miad hija mía la vida de los santos y en la entrega de tantos maestros bien amados, que han hecho de sus vidas una vez entregadas a Dios una prolongación de la misericordia misma de mi hijo en la tierra.

Padre Amado, mi madre me acompaña, mi madre de misericordia en ella veo el rostro de la misericordia.

Hija mía si los hombres vieran en mi esposa vuestra Madre, no en una fría imagen sonriente sino lo que verdaderamente fue, entonces alcanzaríais mucho antes la fuente de la sabiduría.

Vuestra madre fue mujer terrenal, elegida como vosotros desde el vientre de su madre para ser la madre el Altísimo, como madre terrenal eres tu del germen del amor, y como tu hija mía le dio de comer, de beber, lo nutrió con su substancia materna, lo alojó en un hospedaje especialísimo, su seno virgen materno, allí el peregrino en la tierra, el Verbo Eterno de Dios, vuestro Padre, recibió hospedaje por nueve meses, lo vistió al nacer con pañales y para afrontar dignamente la pasión, le tejió una túnica y al encarnarse, le proveyó también de un vestido especialísimo, una naturaleza humana.

He visto a nuestra Madre tejer también a nuestros hijos, la he visto Padre sostenerlos en sus brazos, consolarlos y acariciarlos tiernamente ¿Y yo Padre amado que he hecho para recibir tamaño don? Padre yo ni siquiera me acerco a la grandeza de tan sublime Madre….

Hija mía cada uno de vosotros tenéis una misión que os ha sido encomendada, nadie está exento, todos las tenéis, que no todos respondan al llamado no los hace diferentes. Recuerda hija mía YO SOY y vosotros sois. Vuestro destino es de grandeza junto al Padre, uno solo con vuestro Padre, entonces no cabe la sorpresa sino la gratitud.

Disfruta y aprende y divulga, esa es tu misión, ser portadora del germen, aprender de la vida e vuestra Madre y de su entrega generosa, pues muchos de sus pasos serán los tuyos hija mía, ella es vuestro modelo y también la fuente de la misericordia, has de ser madre amorosa y sufrida como ella lo fue, una sola en el silencio y en la contemplación, como vuestra Madre lo era en la oración, fuerte ante el dolor y la soledad, y una sola en la fe, en vuestro Dios.

La oración hija mía es vuestro primer deber, vuestra primera tarea, vuestro primer servicio, sin una relación personal y de corazón a corazón con vuestro Dios, nada de lo demás podrá funcionar en vosotros porque difícilmente podréis llevar a Dios a vuestros hermanos si vosotros no practicáis y cultiváis vuestra propia relación con vuestro Padre. Y esa es vuestra misión central hijos míos, portar a Dios a los hombres. Por eso debéis ser capaces de reconocer a vuestro Dios desde vuestro interior, y así como el mayor y el mejor de los servicios que necesitan y demandan, muchos de ellos sin saberlos, los nombres y las mujeres de este tiempo, llevarles y transmitirle a Dios.

Si en algún momento de vuestras vidas, si en el exceso de las cosas y acciones externas falta el centro, que da sentido a todo y os reconduce a la unidad, os faltaría entonces el verdadero fundamento en la vida de la tierra, sobre la cual todo esto permanece y prospera. Vana sería vuestra tarea e inútil vuestro afán.

Sois mis pastores, y eso hijos míos significa llevar dentro vuestro a Cristo, para que en la verdad, es decir en Él, puedan hablar y actuar en su nombre, representarlo, prolongar sus gestos de salvación, y así como el buen pastor que dio su vida por las ovejas, pero la dio y la da de modo especial a aquellas que como a vosotros Él mismo, con afecto de predilección, ha llamado a seguirlo por el camino del servicio y de la entrega.

Sois poseedores de un destino de grandeza, no sois cualquier cosa, sois mis hijos bien amados, sois conocedores también de las añoranzas de vuestro Padre, sois mis amigos, conocéis y habéis sido unidos a mi corazón donde moran mis sentimientos, y en esa comunión de sentimientos y de voluntad, es que debéis dar a conocer al mundo el amor de vuestro Padre, no por meras palabras pronunciadas al azar sino personalmente, íntimamente como me habéis conocido vosotros, así han de conocerme todos mis hijos y eso hijos míos solo se logra escuchando, viviendo y estando junto a Mí.

Así SEA.

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