De: Emilio
14 de octubre, 2009
Alexiis: en medio de esta pandemonia, más que pandemia de informaciones y des-informaciones que recibimos cotidianamente, tal vez venga bien un momento de rechazo hacia toda esa presión. Por eso quiero enviarte para que te enajenes un poco de esa semejante locura que nos quieren hacer vivir, un momento de frescura. Se trata de un vuelo de mi imaginación, en forma de poema, para que traiga aunque sea un instante de entretenimiento, de distracción, de ensueño, a quien quiera entretenerse, distraerse o ensoñarse (¿Existe ese término? no importa, sino, yo lo invento ahora...), para que cada uno lo entienda a su manera y lo sienta a su sentir, y lo haga suyo, para sí o para quien ame. Yo lo obsequio, para quien le guste y le haga bien. Es otra manera de regalar amor escrito, un hijo de papel. Un abrazo de corazón. Emilio.
INCONSCIENTE
Pude sentir la libertad de esa gaviota
que recorre feliz y solitaria el ancho cielo...
desplegando sus alas, abiertas en franca plenitud,
desafiando la blancura de la cumbre helada
como una flecha veloz, y sutilmente enamorada...
en su alegría silenciosa de soltarse al vuelo.
Pude escuchar un rumor como de aguas encantadas
de aquel nuevo arroyo que nace en el deshielo;
saltando entre las piedras desnudas de su cauce,
creando melodías en sus miles de cascadas...
sin saber que se adueña en sintonía, de mi alma,
y me arrulla dulcemente en su consuelo.
Pude palpar en mi piel la caricia de ese sol
como cuando salgo del bosque hacia el sendero;
entibiándome de a poco, llenando mis pupilas,
llegando hasta muy dentro de mi corteza nevada
y al cubrir con su luz mis heridas trasnochadas,
transmuta el arcoiris de mis sentimientos.
Perdón, por favor... ¿qué me decías...?
es que perdí mi conciencia hace un momento...
me distraje volando en el cielo de tus ojos...
como esa gaviota feliz y aventurada;
y quise hundirme en el arroyo de tu voz cercana,
que me inducía a sumergirme en el ensueño...
y entibiarme en tu sonrisa y en su sol,
y abandonarme a soñar en tu mirada...
te pido mil disculpas por estar tan desatento;
pero sin embargo, el culpable no fui yo...
sin duda... la causante fuiste vos,
al adueñarte de todo lo que siento.
Emilio
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