martes, 27 de octubre de 2009

LOS DIOSES MALHUMORADOS

De: Emilio

emigalla2000@yahoo.com.ar

27 de octubre, 2009

Los Mitos greco-romanos tal vez hayan sido cuentitos que los dioses contaban a sus hijos, los humanos, a fin de ilustrarlos sobre las maneras de vivir y sus consecuencias. Sin embargo, no es conveniente menospreciarlos porque cada mito tiene una enseñanza que lamentablemente, solemos pasar por alto, lo que de manera invariable nos va a llevar a generar el correspondiente karma.

Me pregunté ¿Será que necesitamos al karma porque de otro modo no podemos aprender? ¿Tenemos obligadamente que pasar por eso?...

“La falta de desarrollo en el ser trae consigo la desorientación que la persona exhibe en su vivir; esta inseguridad trae caos a su vida; el caos le hace necesitar un guía, un mentor; pero su incapacidad de aprender de sus propias vivencias hace que ese mentor se le vuelva imprescindible; un mentor imprescindible será inevitablemente convertido en un dios” escuché estas palabras por allí… en el atardecer.

No pude saber de donde provenían, pero supe que debía tener paciencia y esperar a que mi interlocutor se revelara.

La pasividad de la caída del sol tras la montaña, el aire puro y fresco traído suavemente por la brisa, la nieve volviéndose fosforescente, la melodía ininteligible de la cascada, los pájaros llamándose al silencio… me habían hecho alcanzar un estado de relajación similar al trance.

Continué muy callado y quieto… y aproveché ese silencio para reflexionar. Relacioné las palabras que había creído escuchar con una lectura del día sobre medio Oriente que me impresionó fuertemente.

Irak forma parte de las tierras que recorrió Jesús en su enseñanza peregrina; en un acto de Amor, Jesús dejó allí las huellas de sus sandalias (enseñó las verdades del amor...) pero lamentablemente, a muchos seres humanos no le sirvieron de nada.

Un Iraquí sentenciaba que aquel que reemplace a Saddam Hussain, si en realidad busca ordenar el caos deberá necesariamente convertirse en un dictador tan cruel y severo, o aún más que él. Que así en la historia siempre ha sido y así siempre será en Irak.

¿Podrá ser que el ser humano sea tan dañino consigo mismo, tan autodestructivo, que necesite permanentemente crear un karma que le lleve a cachetazos (o a misilazos…) por la vida… (o por la muerte)? ¿Será que no puede aprender a vivir de otra manera?...

Si las sagradas enseñanzas no le han servido de guía, aún en la misma tierra en que Jesús dejó marcada su Aura… ¿Qué es lo que necesita el ser humano para encaminarse al menos hacia un mínimo orden, aunque sea puramente terrenal, de no pedirle que lo haga hacia el Orden Universal?

“Cierto orden en la sociedad ha debido ser impuesto por medio del autosometimiento a la esclavitud; muchas personas saben que no son capaces de vivir en libertad, le temen a la autodeterminación y por eso prefieren vivir sometidas, porque no pueden encontrar por sí mismas un rumbo en la vida, son incapaces de asumir sus propias decisiones, y el temor a lo que la libertad pueda traer consigo les lleva a crear dioses, que los conducirán a la destrucción…” se escuchó decir nuevamente.

Miré en todas direcciones, pero no descubrí a nadie en las cercanías… sólo pude ver a una gaviota de pico anaranjado procurándose la cena en algunos insignificantes restos de galletitas dejados por unos turistas sobre el pasto, al borde de la nieve.

Me pareció un poco loco, pero me arriesgué a preguntarle al pájaro si él era quien me hablaba… sin embargo sólo encontré silencio.

“Yo soy quien te habla” dijo el incipiente arroyo que se creaba por el deshielo de la última nieve en el faldeo de la montaña.

“Te pregunto… ¿Conoces lo que es una garza?” dijo en su rumoroso lenguaje.

“Sí, desde luego…” le respondí, tratando de controlar mi sorpresa.

“¿Y conoces cómo fue creada por Zeus y a raíz de qué?” continuó.

“No tengo la menor idea” le dije… “¿Podrías contarme antes de que la noche nos envuelva y el frío me obligue a refugiarme?”.

“Hace muchísimos años, una población de ranas vivía en una laguna, en un número bastante apreciable. Esto traía consigo un caos en el que unas saltaban sobre otras, no se escuchaba otro sonido que su croar ensordecedor, y cada una debía pelear para mantener suyo un minúsculo lugarcito en la laguna.

Dado que la situación se volvía insostenible, algunas ranas comenzaron a hacer comentarios respecto de que algo debía hacerse. Las ranas más viejas llamaron a reunión en la orilla de la laguna, y allí entre todas, terminaron por concluir que dado que les era imposible vivir ordenadamente en comunidad, debían procurarse un líder, un rey o un dios que les trajera un orden para vivir” dijo la voz.

“¿Y qué hicieron entonces las ranas?” pregunté interesado.

“Una vez que todas estuvieron de acuerdo, comenzaron a croar de una manera tan estridente, que llamaron la atención de Zeus. Cuando éste les preguntó qué les pasaba, le dijeron que necesitaban un rey, o un dios de las ranas, para que pusiera orden y cesara el caos y la confusión” y continuó relatando...

“Zeus era jovial, pero también tenía sus arranques de mal genio; le hizo tanta gracia el pedido de las ranas, que decidió enviarles un tronco, el que cayó con gran ruido sobre la laguna. Ante esto, las ranas, huyeron aterrorizadas, callaron y se escondieron en los pastos del borde de la laguna.

Al rato, tras el silencio que se había producido, las más curiosas asomaron sus cabezas para ver al rey que les había enviado Zeus. Se acercaron al tronco y cuando vieron de lo que se trataba, se indignaron y comenzaron a saltar sobre él y a hacer sus necesidades encima” continuo el relato de la voz.

“¿Y qué hizo Zeus entonces?” pregunté.

“De nuevo, el alboroto hizo prestar atención a Zeus, hasta que éste les preguntó divertido qué era lo que querían ahora. Las ranas, enojadas porque no habían sido tomadas en serio, le exigieron que les enviara ahora un dios, un rey verdadero que las mantuviera en orden.

Ahora Zeus dejó de reírse y se molestó tanto al ver que no habían aprendido nada de la lección, que creó a una garza y se las envió a la laguna. Lógicamente, la garza comenzó a comerse a las ranas una por una, y más tarde a perseguir a las que intentaban escapar. Así tuvieron las ranas a su dios, que desde entonces reina inapelable sobre su orden y sus propias vidas”.

Me quedé un instante en silencio reflexionando cuan poca diferencia se llega a encontrar entre la conducta de los seres humanos y la de las ranas de la fábula. El karma creado por la incapacidad de autogobernarse y organizarse, llevó a la población de ranas casi al exterminio.

“Siempre me preguntaba si era justo que las ranas debían servir de alimento a esas garzas de patas largas y plumaje blanco que reinan en las lagunas; ahora me has resuelto el interrogante. Gracias…” dije al arroyito.

“Imagina que muchas personas se comportaran como las ranas, y lo que está comenzando a llegarles desde el cielo, fueran los dioses que merecen esos seres humanos…” dijo la voz del arroyo.

Realmente el cuadro planteado no me dio ánimos de imaginar más allá… entretanto la noche comenzó a enseñorearse sobre las cumbres, y un frío amenazante parecía bajar por los bardones de nieve sin que nada pudiera detenerlo; por eso tuve que buscar abrigo dentro de mi alojamiento rodante.

No se puede escribir un cuento cuando a uno se le ocurre; se puede escribir cuando a uno se le ocurre un cuento, que no es lo mismo.

El cuento de esta noche me fue resuelto por el arroyito… pero con suma preocupación observo que hace tiempo ya que los “dioses del cielo” están comenzando a regir la Tierra con cierto mal humor (entiéndase huracanes, terremotos, tsunamis, pestes...).

¿Acaso será otra cosa que el karma mundial desatado que está entrando en acción? ¿Será que algo podemos hacer que nos diferencie de las ranas caóticas? ¿Le estará esperando un final parecido a esa “humanidad inhumana”? ¿Se habrá cansado el planeta de soportar tanto maltrato? ¿Será que necesitamos que se revele un enemigo cierto para que pongamos “las barbas en remojo”? La verdad… no me animé a preguntarle al arroyito; tal vez sea que interiormente presiento que su respuesta no me va a gustar…

Emilio

Al pie de la cascada - Copahue

Nota: sé muy bien que el asunto pasa por lo personal. De todas maneras, nunca en mi vida me he sentido tan bien, en paz, con alegría, con bienestar, con afecto (no el afecto personalizado, sino el que a uno le llega desde la gente, que es el que me hace sentir bien); no tengo apegos materiales, por lo que me da lo mismo ascender en materia que en energía, mañana o dentro de 2.000 años. Pero pienso en el dolor humano que el humano está desencadenando, y sé también que la Ley de Acción y Reacción, funciona. Y me duele... y no por mí. ¿Llegaremos todos algún día a estar de pie como dioses que somos o nos seguiremos arrastrando como gusanos que parecemos...? Pienso que muy pronto lo vamos a averiguar.

2 comentarios: