domingo, 11 de octubre de 2009

¿QUE ES EL MIEDO?- PARTE 1

De Emilio

emigalla2000@yahoo.com.ar

11 de octubre, 2009

Una vez leí que un escritor profesional (no como yo...) decía que la mejor manera de comenzar una charla o un libro era con un chiste (supongo que para predisponer positivamente a los espectadores o lectores). Así que... hagámosle caso a los que saben, aquí va el chiste:

Dos palomas estaban paradas en una ramita de un árbol y ven pasar a un avión a chorro por encima de ellas, cruzando el cielo. Una de ellas, maravillada, le dice a la otra: “¡Mirá ese pájaro, a qué velocidad vuela, es impresionante.... nunca vi algo así!!!. La otra paloma la mira y le contesta: “Escúchame, si a vos se te prendiera fuego la cola como a ése, del susto... ibas a volar más rápido todavía...!”

Otra vez el MIEDO, en chiste, pero tal vez vos ya (¿nos tuteamos?) te hayas sonreído y sin embargo mencioné al “susto”, que es un primo hermano algo lejano del MIEDO.

A pesar de que en mis cuentos siempre trato más sutil (o más directamente) el tema del MIEDO porque quiero ver si puedo lograr que las personas se amiguen con su miedo (ya lo voy a explicar más adelante) creo haber comprendido que es necesario un análisis mental sobre esta emoción.

Alguien, como yo tiempo atrás, puede creer que una emoción no se puede analizar; sin embargo, en la Nueva Energía todo es posible y sólo depende de nuestra apertura mental. Por supuesto, mientras se piensa en una emoción, sin querer se evoca esa emoción y cuando hay emoción, no hay objetividad. Dejemos la emoción, en este caso el MIEDO, y pongamos nuestra atención a descubrir qué es el Sr. MIEDO, (que se merece cierto respeto).

Quien le parezca, si quiere, puede hacer un pequeño apunte, muy resumido, por ejemplo, el miedo como estímulo negativo (represor) y la respuesta positiva. Por ejemplo:

Miedo – Objetividad

(Si siento que me invade el miedo, debo tratar de oponerle Objetividad; me salgo del plano emocional y me voy al racional, hasta tanto me familiarice y pueda manejar a la emoción en su propio terreno, el emocional).

Pues bien, yo me tiro a la pileta en lo que podríamos llamar un Análisis de la Inteligencia Emocional sobre el Miedo, para darle un nombre (impresiona.. ¿No?).

Antes que nada, considero conveniente que quien no me conoce, tenga la oportunidad de conocerme (pero no se asuste); esto no tiene nada que ver con mi ego, porque voy a mostrar quién es el tipo que escribe sobre el MIEDO (Sr. MIEDO, perdón), para que cada uno pueda valorar el peso de mis palabras. Y de paso, ver que TODOS sentimos MIEDO, pero hay quienes ya descubrimos cómo aprovecharlo (ojo!, no estoy proponiendo atacarlo, negarlo ni anularlo, sino aprovecharlo; después explicaré el porqué).

Yo pregunto: ¿Vos, estimado/a lector/a, has experimentado alguna vez un miedo paralizante tal que no te deje articular palabra o ejecutar movimiento alguno? ¿Siiiiií.....? Aaaahhh, entonces sos de los míos. O de los míos de antes.

Les cuento, para el que no conozca lo que es el MIEDO (¿...?), para que vea los efectos que tiene: a los 15 años yo iba a tomar el micro y me paraba en una esquina que estimaba que podía llegar a ser Parada de Micro. En esos tiempos, (Edad Media o por allí cerca) el micro aquí en mi pueblo, Neuquen, Argentina, paraba en todas las esquinas y como todos los del barrio sabían por donde pasaba, era cuestión de pararse nomás y esperar (tardaba más o menos una media hora entre uno y otro).

El tema era no errarle a la calle, nada más. Bien, entonces aquí iba Emilito (así me nombraban en esa antiquísima época) y se paraba en una esquina, que por supuesto, no tenía cartel de parada como ahora, ¿y garita?, bueno, más o menos... era algo como de Julio Verne, del futuro, así como hablar de un OVNI (y eso que ya se dejaban ver...).

A la media hora o más, el micro no pasaba y Emilito (mi yo de la Vieja Energía) empezaba a preguntarse... ¿Pasará por acá, o por la otra calle?. Bueno, me decía, tendría que preguntarle a alguien de la cuadra. ¿Qué hago, toco un timbre, golpeo las manos (lo que se usaba más en aquella época porque la gente generalmente en las casas no tenía timbre), pregunto a alguien...?.

Noooo... golpear las manos me da vergüenza, qué va a pensar la gente, que estoy molestando...

No. Mejor preguntar a alguno que pase... ahí viene uno caminando. Uyyyyy... no!, me está mirando, nooooo..., no me animo... bueno, no importa, al próximo!. A ver, no... justo es una mujer, noooo... no puedo. Aquel otro, mejor... no, viene muy serio, nooooo..., mejor no...

Bueno, no, entonces, mejor cambiar de calle...

Miedo – inventivas/opciones

Seguramente hay varios que ya se estarán riendo (o llorando...) de ver semejante miedoso-enfermizo- fóbico-inútil-vergonzoso-retardado como era yo en ese entonces. Bueno, provenía de un “hogar” en que no se preguntaba, no se discutía, no se reclamaba, no se miraba a los ojos (era símbolo de desafío y castigado con una cachetada)... Bah, donde todo era NO.

Pero gracias al cielo, Señor, y gracias a mi Yo superior que aceptó semejante experiencia porque al fin comprendí lo que era el “miedo”. Atenti que escribí “miedo” y no MIEDO. Nótese, fírmese, séllese, archívese y publíquese.

Bien, a la hora más o menos, ya iba Emilito camino a casa, aliviado por una parte, por haber “encontrado” al micro y con MIEDO, por supuesto, por otra, sabiendo que en casa le esperaba tal vez la consabida cachetada, por llegar tarde.

Emilito creció, 17 años ya, y se fue a la ciudad a estudiar, luego de una crisis familiar donde no faltaron terremotos, tsunamis, erupciones y por milagro no hubo cachetadas ni cintazos; hoy considero que fue porque por una vez en esa vida me planté de pie y dije que ya que no me podían vestir ni dar educación, y apenas alimentar, yo me iba a buscar mi propio sustento (no me pregunten cómo lo hice – debe haber sido mi Yo superior, porque mi “yo”, no se hubiera animado nunca).

Otra para anotar: miedo – ponerse de pie.

Emilito de pueblo de pronto pasó a ser Emilio de ciudad.

Bueno, Emilio comenzó la facu y un día pasó por el campo donde jugaban al rugby los compañeros y se horrorizó de ver cómo se golpeaban, se perseguían, se tiraban al piso, se empujaban.... ¡Qué salvajes! Dije en ese momento.

Hasta que la pelota ovalada (la “guinda”) salió de la cancha y me pidieron que la alcanzara. Cuando la tuve en mis manos me pareció que estaba conectada a 220V, por la corriente que me sacudió. “¡Dale, entrá que nos falta uno!” gritaron mis compañeros.

“Yo no sé jugar a esto” les respondí, con miedo de que me viera obligado a entrar a la cancha. Al final me convencieron (¡no quieran saber el MIEDO que tenía!) y me explicaron que cuando agarraba la pelota tenía que correr hasta la línea contraria y apoyarla en el suelo para hacer el tanto que se llamaba “try” (“trai”). No me explicaron lo que venía detrás...

Bueno, está bien. Y me tocó nomás la pelota, y de repente vi que los 15 contrarios se me venían encima, y pensé: “correr y que no te alcancen”. Mientras corría, sentía el “galope” de los 15 bestias atrás mío que me seguían para hacerme añicos contra el suelo.

Eso sí que fue sentir miedo, o mejor, MIEDO. El MIEDO me hizo correr de tal manera que no pudieron alcanzarme y logré el try.

Pasó tres veces más y descubrieron que Emilio era un corredor de primera (no sabían que era el MIEDO lo que me hacía volar por la cancha), y desde ese día, Emilio rugbista y titular del equipo de la Universidad. De entrada, a lo grande, por MIEDO (ponle atención).

Anotá, si querés: miedo – energía.

(O sea: ante el miedo, oponer energía).

Bien, al tiempo me empecé a animar, (más por venganza que por otra cosa, confieso), a perseguir a los que tenían la pelota, y como yo era muy rápido, siempre los alcanzaba, volaba en un tackle.. y pam! muñeco al piso. Ahora sí, el aplauso, y Emilio, corredor y tackleador.

Y de a poco me fui dando cuenta de que podía hacerle frente a unos cuantos que eran mucho más corpulentos y pesados, pero que, o les escapaba por rápido cuando yo tenía la pelota o los tackleaba, por alcanzarlos cuando ellos tenían la pelota. Empecé a perder el MIEDO, se fue convirtiendo en miedo, y ese miedo, sentí que me llenaba de adrenalina cuando pisaba la cancha y al final me convertí en adicto al miedo.

¿Pero qué era el famoso miedo? Ni idea, lo iba a descubrir más tarde. Por de pronto, me amigué con mi miedo. “Si no puedes con él, únete a él” (no sé quien lo dijo, pero es genial). Y comencé a utilizar mi “miedo” como herramienta, por supuesto, muy útil.

Convertí mi miedo en desafío.

Miedo – herramientas.

Miedo – desafío.

Y llegó mi primer examen en la facu: me dieron un tema (que lo sabía de memoria porque esa materia me gustaba mucho –y la profesora... también me gustaba mucho! Ya se sabe que los muchachos a esa edad...), reitero, me dieron un tema... y de repente, se me hizo un vacío, y no pude contestar una sola palabra. La profe me dice...”vamos Emilio, yo sé que Ud. esto lo sabe, pero si no me contesta, no lo puedo aprobar...”. Resultado, de vuelta al MIEDO, y por supuesto, un dos (se aprobaba con siete). En Química, nada menos que mi materia favorita.

Bueno, bendito seas MIEDO, porque de tanta bronca que me dio, me puse a estudiar Química de tal forma, que al año siguiente, de unos 200 alumnos que éramos, necesitaban un ayudante de laboratorio de Química... y ¿A quien eligieron? Al miedoso.

Puedes ir anotando: miedo – ponerse en marcha.

Y así pasaron los años. Y pasaron muchas cosas. Y por vencer ese miedo (ya no era más MIEDO) me metí en cada cosa que no se pueden contar, de esas “muchas cosas” que pasaron.

Anotá otra más: miedo – curiosidad.

Hasta que en cierto momento, sentí que debía ir a ver a un terapeuta, un psicólogo espectacular, que me dijo: “No tenés nada malo, sólo que desde un lado te has ido hacia el otro lado, y ahora, vas a tener que encontrar el equilibrio, y listo. Andá nomás.”

Anotando otra: miedo – equilibrio.

No obstante (por miedo a que se equivocara el psicólogo) fui a una psicóloga, para que me hiciera todos los estudios habidos y por haber, y el resultado: intelectualmente, 160 puntos, espectacular; emocionalmente, 30, un verdadero desastre. Aaaaaahhhhh.... ahí está la cosa, me dije.

Entonces tomé conciencia de que la cuestión del miedo era emocional (cosa que hoy sabe todo el mundo, pero en ese entonces para mí fue todo un descubrimiento).

Bueno, me dije, entonces emocionalmente soy un desastre, pero intelectualmente no. Entonces vamos a enfrentar al miedo en forma intelectual, porque emocional, no me da.

Y con el tiempo, comencé a estudiar Astrología. Yo no tenía mucha confianza en el tema, porque tenía experiencia que todos los horóscopos y la mayoría de los astrólogos te dicen lo lindo y no lo real, y entonces, no te sirve. Yo buscaba la raíz, y eso había que hacerlo profesionalmente. Para estar seguro, mejor hacerlo yo mismo.

Tras tres años de cursada en La Plata, Perla, una de mis profesoras (¡que siempre me recuerda porque mis cuestionamientos eran inolvidables!) decidió que ya estábamos maduros como para ejercer la profesión (siendo que yo ejercía sin título desde hacía mucho tiempo antes – no comenten) y nos dijo a todos que debíamos interpretar una carta natal que ella nos daba de un conocido de ella, y explicársela. De nuevo el miedo... ¿Seré capaz? ¿O pasaré vergüenza?...

Anota otra: miedo – autoestima/seguridad en sí mismo.

Bien, todos dieron su examen, menos yo. La profesora me llamó...”¿Y... para cuando?”. “No tengo tiempo, Perla” era mi excusa. Por miedo...

Pero un día, hete aquí que me presento a saludarla y le doy dos hojas, y le digo..”Mirá, Perla, acá está tu carta natal y la de Liliana –mi otra profe-“.

“¿Cómo? Dijo Perla... ¿De donde sacaste mis datos, si yo no te los dí?” “A ver... sí, es mi carta, exacta... y la de Liliana.. sí, es la de Liliana!!!”... espantada..”¿De donde sacaste estos datos para hacer nuestras cartas???”.

Miedo – ingenio.

Sonrisa canchera. “Ustedes me los dieron...” dije.

“No, vos estás loco, nunca les di mis datos a ningún alumno!” dijo Perla.. “¿Y los de Liliana???”.

Perla, le dije, ustedes me los dieron... cuando estábamos en el curso y decían “sí, porque me está pasando Saturno por la casa 5ta.,..... y hoy tengo a Venus sobre mi Ascendente.. y así... y bueno, yo fui anotando... año tras año”.

Otra: miedo – perseverancia.

“¿Y como hiciste??? Si no ponés los datos en la computadora la carta no se puede hacer... nunca supe que se pueda hacer algo así”.

Es fácil, es como hacer ingeniería inversa, Perla. De las respuestas deduje la pregunta, le dije. Perla quedó con la boca abierta, nunca había visto algo así. Bueno, a la semana, tenía el certificado... sin rendir examen!.

Anotate otra más: miedo – improvisación.

Y si querés otro dato: miedo – estímulo (para extremar recursos).

Bien, hasta aquí, la primera parte. En la siguiente, para quien le interese (y para que no pierda tiempo leyendo el que no le interese), hago el análisis más incisivo de lo que es el “miedo” y donde reside. Pero no tengan miedo. Luego faltaría saber cómo se trata, qué se debe hacer con él, y QUE NO SE DEBE. Continuaraaaa..... (si no viene la Nave).

Emilio (un ex - miedoso)

11 de octubre del 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario