De: Emilio
30 de octubre, 2009
Se acercan los días finales. Tal vez estén más cerca de lo que pensamos. Quizás yo esté hoy escribiendo esto para vos (o para mi) porque no sepa bien si mañana podré hacerlo, porque seguramente estaré aún más enamorado de la Luz y no tenga el tiempo para dedicarte un escrito. O tal vez me haga el tiempo porque esté tan enamorado de la Luz, que no pueda resistir escribirte ya que mañana seguramente comprenderé más profundamente todavía que todos somos Luz y seas quien seas, y seas como seas, yo también esté enamorado de vos. Y también esté más enamorado de mí.
SEREMOS PUESTOS A PRUEBA
Llegan momentos en que seremos puestos a prueba. ¿Cuál es tu mayor habilidad?. ¿Ser madre/padre?. Pues entonces deberás demostrar que puedes ser la/el mejor de las/los madres/padres. ¿Ser un trabajador?. Tal vez entonces deberás demostrar que puedes ser el mejor trabajador. ¿Ser un Guerrero/a? Probablemente debas demostrar que puedes ser el/la mejor de los/as Guerreros/as.
EL MEJOR DE LOS GUERREROS
¿Sabes la fórmula para ser el/la mejor de los/as Guerreros/as?. Me la explicó un padre franciscano, porque yo no la sabía. Simplemente dijo:
“Arrójate al estrépito de la batalla y mantén tu corazón en paz junto a los pies etéreos del Señor” (B. Ghita). Y estoy haciendo toda la fuerza que puedo intentando aprenderla de memoria y grabármela en la frente.
MOSTRARTE CAPAZ DE SER EL MEJOR
¿Cuál es tu menor habilidad?. ¿Lavar tu vereda?. Pues entonces deberás demostrar que te arrojas al estrépito de lavar tu vereda dejando tu corazón en paz junto a los pies etéreos del Señor. Y trata de no mojárselos mientras lavas tu vereda. ¿Te sonríes?. Bienvenida tu sonrisa, porque deberás mostrar la mejor de las sonrisas. Porque tu Padre estará a tu lado. Cuida de no mojarle Sus zapatos...
¿Y para quién/quienes deberás hacer semejante demostración de lucha?. Para vos mismo/a. Con eso será suficiente. Deberás mostrar que tienes la vereda más limpia de todas, para que ella sea digna de recibir las pisadas de tu zapatos. Para que sientas que te honra, y para que sientas que la has honrado lavándola. No te olvides que es la piel de Gaia, nuestra madre.
COMO APRENDER A AMAR A LA ESPINA QUE TE HIERE
Recién hoy recapacito en esto que me pasó. Debo aprender a amar a las espinas. Te cuento: fui a la casa de un amigo a verlo porque noté que no me estaba dando a mí mismo el tiempo de compartir. Estacioné donde pude y me bajé, sin darme cuenta de que el vecino frente a la casa había tirado en su vereda (y en la calle) los restos de varias plantas espinosas de jardín. (Hizo bien, no son las más convenientes energéticamente para que tengas en tu casa) / (hizo mal, porque las abandonó sin molestarse en pensar que alguien podía ser lastimado – una falta de amor).
Obviamente pensando en mi amigo, no me di cuenta y al descender me clavé una de las hojas espinosas en la zapatilla, y de allí, en el pie. Me dolió, y no poco, pero estaba más interesado en ver a mi amigo y en hablar con él. Me olvidé de la espina. Estaba conversando cuando me miré la zapatilla porque sentí algo raro en el pie, y entonces me la quité; tenía la media mojada en sangre. Comentamos con mi amigo que esas espinas son peligrosas, pero seguimos hablando de otras cosas.
Tenía en el vehículo el botiquín de primeros auxilios, ahora lo recuerdo, pero se ve que estaba más interesado en lo que hablaba con mi amigo que en el problema de la espina y en ese momento no lo recordé. Excelente; estaba amando y disfrutando más la compañía de mi amigo. Buena señal. Estábamos justo en frente de la casa de mi amigo, ahora lo relaciono: él pudo haberme invitado a limpiar mi pie y a pasarme un algodón con alcohol para desinfectarlo. Pero no lo hizo. Tal vez mi amigo no me ama del mismo modo que yo lo amo.
En otros tiempos, hubiera notado eso y tal vez me hubiera resentido con mi amigo. Hoy pienso que mi amigo necesita que yo lo ame más, que le muestre que es así, que me muestre a mí mismo que soy el mejor de los Guerreros, y tal vez logre que él aprenda a amarme más todavía. Tal vez no me cueste tanto hacerlo, porque estoy enamorado (no de mi amigo, aclaro... es casado, jajaja!!!). O tal vez, sí, de él también.... él es también un hijo de la Luz.
Cuando llegué a mi casa, me olvidé del tema de la espina y continué con mis ocupaciones. Luego, cuando me fui a dar una ducha, recordé que me había clavado la espina y entonces me preocupé por ello, esas espinas son venenosas. No, parecía haber solamente un puntito rojo y no me dolía. Tal vez... fue muy importante haber estado concentrado en la charla con mi amigo y ese momento de tibieza, haya apagado el dolor y la molestia, y haya curado la herida de la espina. ¿Porqué no?.
¿Conclusión? Debo aprender a amar más a mi amigo, debo verlo más seguido, aunque haya alguna espina mezclada en el encuentro. Seguramente él también lo necesita; todos necesitamos aprender a amar más todavía. Debo aplicar el remedio del amor, para olvidar la herida de las espinas... ¿Habrá sido que antes que yo, Alguien lo hizo primero? En este instante comprendo que no había entendido esa parte de Su mensaje, siendo que hace 2.000 años que lo dejó escrito en su frente.
¿Otra conclusión? Debo aprender a amar también a las espinas. Pueden ser muy generosas en enseñar lecciones a quien quiera aprender de ellas. Bendita seas, espina, porque me ayudaste a ver. ¿Y por que no? Bendito seas, vecino de mi amigo, porque gracias a tu falta de respeto por tus vecinos, ayudaste a que yo aprendiera otra lección de amor.
COMO APRENDER A AMAR (a Amar, con mayúscula)
Creo que no es tan difícil. Habría que levantarse cada día con un poquito de amor por ese día. Y también amar ese día a algo que hasta ayer, no nos había llamado la atención a amar. Y amar irnos a descansar, entregándonos en brazos de nuestros Guías, para que nos arrullen y nos amen mientras dormimos. Y al día siguiente, otra vez, buscar otra cosa que no habíamos notado que podíamos amar. Y así, día tras día, aumentando la “lista” hasta que ya no encontremos otra nueva cosa, otra nueva persona, otra nueva acción, para amarla. Puede que entonces hayamos aprendido a Amar.
¿Y qué haremos una vez que hayamos aprendido a Amar?. Muy sencillo. Buscar vibrar una octava más alta, y comenzar de nuevo... y así hasta la eternidad.
Con amor. Emilio.
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